martes, 26 de enero de 2010

Con cariño para ti

¡Hola! Te amo porque soy tu Padre. Así de simple. Independientemente de lo que hayas hecho o dejado de hacer, ¡te quiero mucho! En tu interior mora un espíritu eterno. Yo conozco lo más íntimo de tu espíritu y te amo. Tú estás en el mundo, llevas tu vida, tomas tus decisiones y procuras descubrir qué es lo mejor y cómo debes obrar, cómo vivir, cómo sobrevivir. Es una lucha. Yo lo sé y lo entiendo. La vida entera es una lucha. Sin embargo, puede hacérsete más fácil si estableces una conexión —una relación espiritual— conmigo. Con el paso de los años vas envejeciendo, y algún día morirás; pero no tu espíritu, el cual jamás perecerá. Tu verdadero ser, que ahora mismo está preso en tu cuerpo, vivirá eternamente. Por eso no merece la pena afanarse por lo corporal, por las cosas materiales del mundo, ya que tarde o temprano las dejarás atrás. Lo que realmente importa son los valores espirituales: el amor, la bondad, la misericordia, la comprensión, la generosidad. Eso es lo que te enriquece en un sentido espiritual. Eso es lo que te fortalece, lo que te da fortaleza de espíritu. Cuando llegue el momento de despojarte de la vestidura de la carne, lo único que contará será tu fortaleza espiritual. Por tanto, haz el bien. Manifiesta amor. Da amor. Ama a tu familia. Ama a tus amistades. Ama a tu prójimo, a todos los que se crucen en tu camino. Sé perdonador, amable y compasivo. Al conducirte así —al manifestar amor— me reflejas a Mí, pues Yo, Dios, soy precisamente Amor y te quiero mucho. Deseo pasar la eternidad contigo. Cuando llegues al final del camino, cuando tu vida toque a su fin, te encontrarás ante una puerta. Para abrirla y entrar a Mi casa, en la que reina el amor, te hará falta una llave; pero puedes conseguirla sin esfuerzo alguno. Basta con que extiendas la mano en este momento, y Yo te la daré. Esa llave es Mi Hijo Jesús. Te la presento diciéndote: «Es para ti, porque te amo». Es como si te ofreciera la llave de la bóveda en que guardo Mis tesoros. Los pongo a tu disposición porque te quiero mucho. Con la llave podrás abrir la bóveda, y descubrirás que está llena de riquezas. Toma, pues, la llave que te permitirá vivir conmigo por la eternidad. No tienes más que decir: «Sí, Dios, deseo tener la llave de la vida. Quiero a Tu Hijo Jesús, la llave de la cámara del tesoro. La tomo, la acepto.» Y será tuya para siempre. Te quiero mucho. Con esta llave tendrás acceso a la herencia que quiero que disfruten Mis hijos. Te abrirá Mi caja fuerte y la puerta de la eternidad. Para ti es. Acepta a Jesús. Con amor eterno,
Tu Padre celestial

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