domingo, 6 de diciembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 108 AÑO 2009


De vez en cuando nos enteramos de algún suceso que por su prodigiosidad nos deja perplejos. Misty Kay, nuestra corresponsal en Taiwán, nos relata una de esas experiencias que van en contra de toda lógica:
Mi marido, Andy, y yo vivíamos con nuestros cuatro hijos en un edificio de apartamentos de Taipei. Una escalera de treinta peldaños de cemento unía la planta baja con el estacionamiento. Yo les había advertido a los niños que bajaran con mucho cuidado por los escalones. La que más me preocupaba era Chalsey, que apenas había aprendido a caminar y andaba a los tumbos. Una caída por esa escalera podía ser mortal. Un día me distraje unos instantes ayudando a una de sus hermanas a ponerse la chaqueta, y Chalsey echó a correr delante de mí. A pesar de que me lancé fulminantemente detrás de ella, me di cuenta de que no la alcanzaría. También comprendí que a la velocidad en que iba la niña, no sería capaz de frenar cuando llegara al peldaño superior de la escalera. Casi la tuve a mi alcance, pero no. Como en cámara lenta la vi tratar de frenar, perder el equilibrio y caer de cabeza. Quedé petrificada, pero acerté a elevar en silencio una súplica vehemente. Milagroso es la única palabra que se me ocurre para describir lo que ocurrió a continuación. Chalsey quedó como colgada en el aire; luego cayó hacia atrás y terminó sentadita en el peldaño superior. Fue como si una mano invisible la hubiera atrapado, incorporado y dejado sentada allí. La tomé en brazos y di reiteradas gracias a Dios por la ternura y el desvelo con que nos cuida.
¿Fue este lance, como afirma Misty, un milagro? ¿Puede Dios alterar Sus propias reglas, las leyes que gobiernan el espacio físico en que nos desenvolvemos? De ser así, ¿por qué a veces interviene y otras no? ¿Quiénes se hacen acreedores a esas intervenciones divinas? ¿Qué función desempeñan en esos casos nuestra fe y nuestras oraciones? Aparte de los resultados inmediatos, ¿persigue Dios un fin superior con todo ello? Las páginas siguientes contienen respuestas a estos interrogantes, y es muy posible que algunas te sorprendan.
Gabriel En nombre de Conéctate

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