domingo, 6 de diciembre de 2009

La burbuja


Nuestro Padre celestial nos proporciona una tranquilidad increíble y nos protege asombrosamente de los peligros de este mundo. Gracias a Sus cuidados y Sus intervenciones, vivimos envueltos en una burbuja que nos guarda de muchos de los males que ocurren a nuestro alrededor y que nos podrían acaecer también a nosotros si Él no se preocupara en todo momento de alejarlos. Dios es capaz de protegernos de cualquier cosa; pero para ello es preciso que colaboremos con Él. Debemos mantener una estrecha relación con Él en espíritu —amándolo y haciendo todo lo posible por vivir con arreglo a los preceptos que ha establecido en Su Palabra— y además tomar los recaudos físicos necesarios. Si hacemos eso, no tenemos nada que temer, y podemos contar con que Él nos librará de todo mal. «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones»1. Mayor es el que está en nosotros que lo que nos pueda ocurrir en este mundo2. El amor de Dios que está presente en nuestro corazón desplaza todo temor o inquietud, pues Su Espíritu nos infunde poder, amor y dominio propio3. Estamos rodeados y resguardados por Sus fuerzas angélicas4. ¿Por qué habríamos de temer lo que el Diablo o la gente mala nos puedan hacer? Nuestro gran Defensor ha prometido que ni siquiera pueden tocar un cabello nuestro sin permiso de Él5. Podemos contar con que Él cumplirá esas promesas y muchas otras, y si tenemos fe en ellas, gozaremos de paz interior sean cuales sean las circunstancias en que nos encontremos. A veces, por una o por múltiples razones, Él permite que ciertas cosas atraviesen esa burbuja protectora. Pero aun en esos casos, «a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien»6. Cuando nos sucede algo que parece perjudicial, por lo general Él nos quiere impartir una enseñanza, que con frecuencia es que debemos orar más y tomar más precauciones en el plano físico. Si nunca se ha metido nadie en nuestra casa a robar, si nunca nos han arrebatado la cartera o nunca nos hemos visto en una situación aterradora en la que estuviera en juego nuestra vida, nos puede parecer inconcebible que nos ocurra algo así, y eso puede darnos una falsa y peligrosa sensación de seguridad. La gente es capaz de todo cuando se ve en las últimas. Además, hay personas de disposición muy malvada. Vivimos en tiempos peligrosos, pero si ponemos de nuestra parte, Dios nos dará Sus infalibles consejos, advertencias, protección y cuidados. ¡Somos bienaventurados!

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