jueves, 3 de diciembre de 2009

No hay como conocer al autor


A una universitaria le encargaron que leyera determinado libro. A poco de empezarlo, lo encontró tedioso y excesivamente erudito, así que lo guardó en el armario pensando que ya lo leería más adelante. Pasado cierto tiempo fue invitado a la universidad un conferencista, y la muchacha asistió a la charla. Ni bien lo vio, quedó cautivada por su fisonomía, su personalidad, sus conocimientos y el entusiasmo con que exponía el tema. En el curso de la conferencia cayó en la cuenta de que se trataba del autor del libro que había descartado sin ningún reparo. Al regresar a su casa, sacó el libro del armario y lo leyó de pe a pa. ¿Qué suscitó de pronto su interés en un libro que antes le había parecido aburrido? Que había conocido al autor del mismo y se había enamorado perdidamente de él. Si la Biblia te parece pesada y tediosa, tal vez te hace falta intimar con su autor. Si quieres conocerlo mejor, haz ahora mismo esta sencilla oración: Jesús, quiero conocerte bien. Si de veras eres el Hijo de Dios, que murió para que fueran perdonadas mis faltas y tuviera acceso a la vida eterna, te ruego que me lo demuestres. En este mismo momento te abro mi corazón y te invito a vivir en él. Amén.

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