martes, 1 de diciembre de 2009

La fe de un niño




Vale la pena tener la sencillez de un niño. Jesús dijo: «Si no os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los Cielos» (Mateo 18:3). «Dejad a los niños venir a Mí, porque de los tales es el reino de Dios» (Marcos 10:14). Debemos ser como niños —cariñosos, tiernos— y tener una fe sencilla, aceptar con fe infantil todo lo que tiene el Señor para nosotros. Los niños son prototipos de los ciudadanos del Cielo. Parecen angelitos bajados de lo alto. Sus vivencias celestiales están aún tan frescas que entienden lo que es la oración y otras cuestiones espirituales mejor que la mayoría de los adultos. Hablan con Dios, y Él les responde. Así de simple. No les cuesta escuchar a Dios, porque tienen una fe pura y llana. Se les ha concedido el don de ser ricos en fe. Para ellos es de lo más normal. Creen todo lo que dice Dios, y nada les parece imposible. La mayoría de la gente mayor sabe demasiado. Ha adquirido tantos conocimientos que ha perdido su fe infantil. Sin embargo, hay muchos que tienen la fe y la confianza de un pequeñín y que a diario hacen cosas que los intelectuales incrédulos consideran imposibles. Por eso, procura ser como un niño. Verás que pueden suceder maravillas.

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