martes, 1 de diciembre de 2009

Amor total




Nuestra salvación es un don de Dios (Efesios 2:8), aunque a Jesús le costó una enormidad. Gracias a Dios, nosotros nunca tendremos que sufrir esos padecimientos. No me refiero solamente a la crucifixión y el dolor físico, sino también a la agonía mental, espiritual y anímica que lo embargó al pensar que Dios lo había abandonado. «Dios mío, Dios mío —clamó desde la cruz—, ¿por qué me has desamparado?» (Mateo 27:46). ¿Lo había desamparado Dios? Sí, momentáneamente, para que pudiera morir como un pecador, separado de Dios. A ese precio compró nuestra salvación. Sólo Él podía hacerlo.Nos amaba tanto que estuvo dispuesto a sufrir ese tormento por nosotros, para que obtuviéramos perdón y salvación. ¡Eso sí que es amor!

No hay comentarios:

Publicar un comentario