martes, 24 de noviembre de 2009

Una tabla de salvación


DE CÓMO SALLY VENCIÓ AL VIH «SALLY AGALLO HABÍA LLEGADO al colmo de la desesperación —decía un artículo aparecido en Drum, un semanario que se publica en el África Oriental—; de ahí que un buen día tomara un ferry en Mombasa y, una vez mar adentro, se arrojara por la borda». «Por increíble que parezca —contó Sally a Drum—, en lugar de hundirme, me quedé fl otando. Escuchaba claramente a la gente que gritaba que alguien se había tirado al mar. Desesperada por hundirme, me esforcé por permanecer debajo del agua. Sin embargo, contra todo pronóstico y pese a que no sé nadar, algo me sostenía. En ese momento Dios me habló y me dijo que tenía otros planes para mí, que no permitiría que me ahogara». Sally había querido acabar con una vida que se había vuelto insostenible. En cambio, a través del milagroso poder divino, fue transformada en una nueva mujer. Dios tenía otros designios para ella. Yo había conocido a Sally dos años antes, en 1998, cuando ella trabajaba de secretaria para una compañía aseguradora. Nos hicimos amigas y la visitaba periódicamente en su ofi cina. De entrada le encantaron las revistas Conéctate y los libros de la colección Actívate. Se suscribió también al programa de lecturas cotidianas que se ofrece en el sitio Web de la revista en inglés. «Los artículos de Conéctate siempre me resultan inspiradores», decía. Con todo, no estaba preparada para las tribulaciones que le iban a sobrevenir. Había perdido su primer nene a los cuatro días de nacido. Poco después, ella y su marido dieron positivo en una prueba de VIH. «No veía otra cosa que la muerte mirándome fi jamente a los ojos», me dijo Sally. Cuando vino a mi casa con su esposo para contarnos la triste noticia, mis compañeros y yo oramos con ellos y les aconsejamos que acudieran al Señor y Su Palabra para hallar la fe, el valor y las fuerzas necesarias para sobreponerse a aquellas pruebas. Durante un tiempo lo hicieron. Pero a la larga Sally contrajo tuberculosis, herpes en los ojos y en la cara y otras dolencias. Perdió mucho peso y se vio obligada a dejar su empleo. Ahí fue cuando trató de quitarse la vida. Al enterarnos, oramos por ella con más fervor aún, y el Señor nos respondió. Poco antes de su tentativa de suicidio, cayó en una profunda depresión y dejó de leer la Palabra de Dios. Sin embargo, después las Escrituras volvieron a cobrar vida para ella y le infundieron fuerzas y voluntad para recuperarse. Desde entonces, Jesús ha llevado a Sally a iniciar una labor de aliento a pacientes de SIDA en Nairobi, donde vive actualmente. «Todo lo que aprendí por medio de la Palabra de Dios me ayudó a romper la espiral descendente que me estaba llevando a la muerte —dijo hace poco—. La fe que encontré en las Escrituras cambió mi destino. El Señor me hizo darme cuenta de que podía llevar una vida feliz y llena de sentido a pesar de ser seropositiva, y comprendí que Él podía hacer lo mismo por otras personas, aun por las que han contraído el SIDA». Orando, leyendo la Palabra, dando apoyo moral a pacientes desesperados y a los moribundos del pabellón de sidosos del Hospital Mbagathi de Nairobi, Sally tuvo un efecto tan trascendental en ellos que una ONG internacional la contrató como asistente social. Hace poco, cuando se le hizo una nueva prueba del SIDA, no se le detectó la presencia del virus. Puede ser que esté oculto porque ella ha estado tomando antirretrovirales; pero si en el próximo examen, dentro de seis meses, tampoco se lo detectan, podrá dejar de tomar los medicamentos. ¡Se habrá librado de la infección por el VIH! ¡Todavía ocurren milagros! Cuando Bill Clinton, ex presidente de los Estados Unidos, visitó Nairobi para ofrecer ayudar por medio de su fundación, le pidieron a Sally que hablara en nombre del millón doscientos mil kenianos que sufren de VIH/SIDA. Su discurso se transmitió internacionalmente por CNN y también por diversos canales nacionales de noticias. Su mensaje fue: «¡No se rindan! Dios puede tener otros planes».

No hay comentarios:

Publicar un comentario