domingo, 15 de noviembre de 2009

¡A tu salud!


Según reza un viejo dicho sobre la salud física, «de lo que se come, se cría». Y lo mismo sucede con nuestro espíritu. Espiritualmente somos el producto de lo que absorbemos por medio del intelecto. Del mismo modo que no se puede chapotear en una cloaca sin ensuciarse, no es posible llenarse la mente y el corazón de conocimientos mundanos, de insensateces de los hombres, sin que nos afecten. Vigila, pues, que tu alimentación espiritual sea sana. ¡Que sea la verdad buena, saludable, nutritiva, edificante, alentadora, reconfortante e inspiradora de la Palabra de Dios! >> D.B.B. Si aún no conoces al Hombre que tiene el poder de transformar toda vida, perdonar todo mal, disipar toda angustia y brindar felicidad celestial aquí y ahora, además del Cielo venidero, descúbrelo ahora mismo rezando la siguiente plegaria: Jesús, te abro mi vida y mi corazón y acepto el don de salvación que me ofreces. Te ruego que me perdones todas mis malas acciones, que hagas de mí una nueva persona y que pueda conocerte profundamente y descubrir Tu amor. Amén.

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