lunes, 30 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 89 AÑO 2008


Sabemos que tanto los genes como el medio ambiente inciden en nuestra personalidad. Desde chiquitines oímos decir que tenemos los ojos de la madre, la nariz del padre o la boca de la abuelita, pruebas palpables de la influencia genética. Por otra parte, es evidente que niños expuestos a estímulos intelectuales tienden a sobresalir en sus estudios; y que atletas que entrenan con destacados preparadores físicos y programas de adiestramiento tienen más probabilidades de desarrollar su pleno potencial, prueba del papel que ejercen los factores medioambientales.La influencia que tienen en nuestra vida la herencia y el entorno ha sido tema de extensos debates desde la antigüedad. Lo relativamente nuevo es la importancia que se atribuye a ambos factores para explicar así conductas individuales como tendencias sociales. Los especialistas en genética están abocados a descubrir los llamados genes de la conducta, que según ellos serían los responsables de problemas como el alcoholismo, el divorcio, la violencia intrafamiliar y la depresión. Por su parte, los sociólogos destacan lo vinculados que están tales problemas personales a las condiciones sociales imperantes, por ejemplo a los altos índices de criminalidad y de toxicomanía en zonas urbanas de escasos recursos.Tantos unos como otros sugieren que somos prisioneros de nuestras circunstancias, ya las de origen genético —las cuales estamos imposibilitados de alterar—, ya las de índole medioambiental, sobre las cuales tenemos limitado poder de cambio. Sin embargo, en esta encendida búsqueda de explicaciones científicas se suele pasar por alto dos factores más: la voluntad humana y el todopoderoso factor Dios. Cuando se conjugan, estos dos elementos pueden neutralizar los efectos negativos de la herencia y del entorno. Esa para nosotros es una buena noticia. Quiere decir que las circunstancias no tienen por qué determinar el grado de felicidad o de éxito que alcancemos en la vida. Una cuota de tesón combinada con la ayuda de Dios puede llevarnos a vencer cualquier dificultad que amenace con echar por tierra nuestras aspiraciones.Sean cuales sean los obstáculos a los que te enfrentes —una discapacidad física, una grave enfermedad, una decepción sentimental, dificultades con tus hijos, conflictos laborales, aprietos económicos, un vicio o una adicción—, esperamos que los siguientes artículos te capaciten para superarlos.GabrielEn nombre de Conéctate

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