sábado, 14 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 8 CURSO BASICO


La vida abunda en decisiones difíciles. Diríase que todas ellas tienen algo en común: exigen una medida de sacrificio, de dar de uno mismo. Aun las que parecen nimias a los ojos de los demás —o para uno mismo en distintas circunstancias— pueden cobrar enormes proporciones en determinado momento. Necesitas un abrigo nuevo o un nuevo par de zapatos, pero resulta que al albergue para indigentes que acaba de establecerse le falta de todo, particularmente dinero en efectivo, que a ti te ha costado tanto esfuerzo ganar. El equipo de fútbol del cual eres simpatizante juega esta noche, pero un amigo cuya esposa acaba de fallecer te llama y te pregunta si no te importaría pasar un rato por su casa para conversar. Estás agotado después de una ardua jornada, pero tu vecina —una señora mayor que no tiene vehículo— te ha pedido que la lleves a una reunión del club de la tercera edad y la conduzcas de regreso a su casa. ¡No podrás acostarte temprano! Una voz te dice: «Lo tuyo es prioridad». La otra, en cambio: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». La decisión es evidente, pero no siempre fácil. ¿De dónde saca uno la convicción para obrar según le dicta la conciencia, aun cuando —según los criterios del mundo— va a salir perdiendo? ¡Únicamente de la Palabra de Dios! «Dad, y se os dará» (Lucas 6:38). «El alma generosa será prosperada» (Proverbios 11:25). «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hechos 20:35). Éstas y cientos de otras promesas divinas se cumplirán cada vez que te brindes al Señor y a los demás. Esperamos que el presente número de Conéctate te infunda fe para abordar este tema de la abnegación desde la perspectiva divina. Él tiene muchísimo que darte a cambio. Gabriel Sarmiento En nombre de Conéctate

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