sábado, 14 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 7 CURSO BASICO


Es innegable que todos —en mayor o menor medida— tenemos necesidad de curación. Esa necesidad universal probablemente sea la que llevó a Jesús a dedicar tanto tiempo a la sanación de los enfermos. Los Evangelios abundan en pasajes alusivos a los milagros que operó. Numerosos relatos dan cuenta de cuando limpió a leprosos, devolvió la vista a los ciegos, curó a paralíticos y resucitó muertos. «Le siguió mucha gente —reza la Escritura— y sanaba a todos» (Mateo 12:15). Es imposible leer esos episodios de curaciones sobrenaturales sin tomar —consciente o inconscientemente— una decisión que te enmarque en una de tres categorías: la de los que no creen que los milagros se hayan producido jamás; la de los que creen que en esa época sí tuvieron lugar, pero que no podrían repetirse hoy en día; y la de los que comprenden que Jesús tiene hoy en día la misma capacidad y voluntad de sanarnos que manifestó cuando sanó a las muchedumbres en aquel primer siglo de nuestra era. «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Hebreos 13:8). Es mi esperanza que para cuando termines de leer este número de Conéctate estés firmemente encuadrado dentro del tercer grupo, si es que no lo estás ya. Pero no te detengas ahí. Descubre que puedes trasladar Sus promesas de curación a tu realidad cotidiana y a la de otras personas que precisen tu ayuda y tus oraciones. No hay enfermedad o dolencia capaz de resistir el poder sanador de Dios. Al mismo tiempo, tampoco hay molestia o trastorno tan pequeño que no suscite Su interés. Él te ama de manera muy personal, muy íntima, y puede hacer que hasta tus dolencias te beneficien de alguna forma. Pero en parte, eso depende de ti. ¡Aprende a establecer contacto por medio de la fe! Gabriel Sarmiento En nombre de Conéctate

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