Estoy entusiasmado con el propósito que me hecho para el siempre enigmático año nuevo, en este caso el 2007. No me cabe duda de que lo voy a cumplir. En realidad, estoy segurísimo. Tiene que ser así, pues he caído en la cuenta de que mi futuro depende de ello: «Preocúpate de lo pequeño». Podrán reprocharme que voy a contrapelo de la típica frase de año nuevo: «Piensa a lo grande». La verdad, sin embargo, es que ambos conceptos se complementan. Se me ocurrió hacerme ese propósito después que un amigo me habló de un artículo publicado por Jim Rohn en Internet, titulado La fórmula. A continuación reproduzco unos pasajes del mismo que, me parece, resumen esa estrategia: El fracaso no es producto de un solo acontecimiento funesto. No fracasamos de la noche a la mañana. El fracaso es consecuencia inevitable de una acumulación de razonamientos erróneos y decisiones desacertadas. Expresado de una manera más simple, el fracaso no es más que la repetición día tras día de unos cuantos errores de juicio. Individualizadas, nuestras acciones cotidianas no parecen tan importantes. Un descuido de poca monta, una decisión desatinada o una hora perdida generalmente no tienen un impacto instantáneo mensurable. El atributo más peligroso del fracaso es su sutileza. En el corto plazo, no parece que esos pequeños errores importen. Siendo que no se dan consecuencias inmediatas que llamen nuestra atención, simplemente pasamos de un día a otro repitiendo equívocos, aferrados a criterios erróneos, escuchando voces que no debiéramos y tomando decisiones fallidas. Pero he aquí una gran noticia. Al igual que la fórmula del fracaso, la fórmula del éxito es sencilla: Se trata de unas cuantas disciplinas sencillas que basta con practicar cada día. A medida que voluntariamente convirtamos los yerros cotidianos en disciplinas de todos los días, obtendremos resultados positivos. (Fuente: www.affirmware.com.au/Sculptor-Private/the_formula.html) ¿Qué mejor manera, pues, de alcanzar las metas que nos hemos trazado que resolver tomar con más acierto las decisiones aparentemente nimias? ¿Qué mejor momento para comenzar a hacerlo que el año nuevo, y quién mejor para ayudarnos a tomar esas decisiones y apegarnos a ellas que ese Ser Superior que nos creó y sabe exactamente lo que necesitamos? No le demos más vueltas al asunto: Para Dios todo es posible. «Preocúpate de lo pequeño». GabrielEn nombre de Conéctate
jueves, 26 de noviembre de 2009
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