miércoles, 25 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 73 AÑO 2006


En un cuento del folklore nativo norteamericano un anciano le explica a su joven nieto la lucha interna que tiene lugar entre el bien y el mal: —Dentro de todos nosotros se libra una lucha, una pelea entre dos lobos. Uno de ellos es la encarnación de todo lo perverso, como el odio, la ira, la envidia, el resentimiento, la codicia, la arrogancia, la mentira y el egoísmo. El otro lobo es la personificación de todo lo bueno, como el amor, la alegría, la paz, la esperanza, la serenidad, la humildad, la bondad, la empatía, la generosidad, la compasión, la verdad y la fe. El nieto reflexiona en esas palabras y le pregunta: —¿Cuál de los dos lobos sale vencedor? El abuelo le responde: —Aquel al que le das de comer. Si aplicamos esa enseñanza a los temas principales que abordamos en el presente número —el abatimiento y la depresión, así como sus antítesis, el optimismo y la alabanza—, tenemos en nuestras manos la clave para una vida más feliz, productiva y exitosa. El desaliento es comparable a un lobezno. Si lo alimentas, crece hasta llegar a ser una depresión, un lobo adulto, feroz y voraz que te atacará cada vez que tenga oportunidad. En cambio, si das de comer a su contrincante, puedes contar con un defensor firme y seguro contra esos ataques. ¿Cómo se puede distinguir entre esos dos lobos, para saber a cuál de ellos alimentar? Cuando piensas en algo que te produce descontento, resentimiento o pesar, o que te lleva a criticar a los demás, puedes estar seguro de que se trata del lobo feroz que acecha a su presa. No te conviertas en su próximo bocado. Más bien da de comer al otro llenando tu corazón y tu mente de pensamientos positivos, alentadores y edificantes que te infundan fe. Quizá no haya modo de evitar que el lobo perverso ronde por ahí. Lo que sí puedes hacer es despabilarte y alimentar al bueno antes que se asome el malo. Además, recuerda que cuanto más des de comer al bueno, más se robustecerá. Aliméntalo cada vez que puedas. Así el lobo maligno no podrá plantarle cara: a la hora del enfrentamiento huirá con el rabo entre las patas.GabrielEn nombre de Conéctate

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