domingo, 22 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 61 AÑO 2005


¡Cómo ha cambiado el mundo en los últimos 100 años! Hemos pasado del proverbial caballo y carreta a las naves espaciales; de las escuelitas rurales a la educación a distancia y la navegación por Internet; de la granja familiar a la economía global. Ahora bien, no nos engañemos: todo este progreso ha tenido su precio. Hay quienes dirían que todo esto se ha labrado a expensas de nuestra alma colectiva. William Pfaff, columnista del Los Angeles Times, lo describió así en un artículo de 1999: «Occidente sigue siendo el motor económico, industrial, científico y conceptual del mundo. Ha marcado las pautas por las que se ha regido el resto. En lo político y económico, las más importantes fuerzas de la Historia moderna se han gestado en Occidente: el imperialismo, el nacionalismo, el marxismo, el liberalismo, el capitalismo, el totalitarismo ideológico y ahora la globalización, considerada un movimiento ideológico de integración y desregulación. »Así y todo, Occidente ha cambiado en un importante aspecto. En contraste con el siglo xix no existen ya en términos generales muestras de respeto hacia [Dios] o un reconocimiento serio de la existencia de la deidad. Esto supone un giro fundamental, puesto que implica que Occidente ha cesado de reconocer la presencia de una autoridad moral externa que dicte las reglas. Se considera que la humanidad es enteramente autónoma: tiene una moralidad de su propia factura y sólo ha de rendir cuentas a sí misma». Basta con echar una mirada objetiva al mundo de hoy para darse cuenta del rumbo por el que nos lleva esta nueva moralidad. ¿Tomará conciencia el mundo del derrotero equivocado que lleva y se enmendará? Según la Biblia, no. Este apartamiento de Dios y de los principios divinos constituye uno de los indicadores de que vivimos en los Tiempos del Fin. Eso significa llanamente que todo seguirá empeorando hasta que Jesús regrese para remediar la situación. En todo esto, ¿cuál es tu postura? No tienes por qué seguir la corriente general. Pídele a Dios que te ilumine; te garantizo que lo hará. Luego simplemente actúa en consecuencia. Gabriel, en nombre de Conéctate

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