domingo, 22 de noviembre de 2009

El Templo de Jerusalén y los últimos siete años


EGÚN LAS PROFECÍAS de la Biblia, el suceso que marcará claramente el inicio del régimen de 7 años del Anticristo será la firma de un pacto o alianza: «Por otra semana [hebdómada = siete años] [el Anticristo] confirmará el pacto con muchos» (Daniel 9:27a). El hecho de que en Daniel 11:28-30 se lo llame «pacto santo» deja entrever que estará relacionado con la religión o con ciertos derechos de carácter religioso. Una creencia muy extendida es que dicho pacto hará posible que los judíos reconstruyan su tan ansiado Templo en el monte Moria de Jerusalén. La reconstrucción del Templo constituye una pieza fundamental dentro del entramado del Tiempo del Fin, por cuanto resulta decisiva para el cumplimiento de otras predicciones bíblicas clave, algunas de ellas relacionadas con el antiguo rito sacrificial judío, que sólo está permitido celebrar en el Templo de Jerusalén. (Los ritos sacrificiales u ofrendas de sangre se suspendieron en el año 70 d.C., fecha en que los romanos arrasaron el Templo.) Actualmente se lleva a cabo en Israel y entre los judíos de otras latitudes una campaña en pro de la reconstrucción del Templo, encabezada por el Temple Institute, con sede en el barrio antiguo de Jerusalén. Se rumorea que buena parte del Templo ya está prefabricado y que sólo resta acoplarlo todo. El mencionado organismo ya tiene elaboradas las vasijas sagradas y el vestuario de rigor, los cuales se exhiben en la sede del mismo. Se pueden ver fotos de todo ello en el sitio Web del Temple Institute: http://www.templeinstitute.org/main.html. El primer Templo se edificó bajo la dirección del rey Salomón y su consagración tuvo lugar en el 960 a.C., según 1 Crónicas 22:1-19 y 1 Reyes, capítulos 5-7. Para facilitar la construcción de aquel primer templo se erigió un muro de retención alrededor de la cima del Monte Moria y se allanó la zona amurallada. Parte de este muro de retención -denominado en siglos recientes de Muro de las Lamentaciones- permanece en pie. La roca sobre la cual Abraham se dispuso a sacrificar a Isaac representa el cimiento del antiguo altar del Templo. Luego de saquear el santuario durante su primera campaña militar contra Judá (2 Reyes 24:13), el rey Nabucodonosor de Babilonia lo incendió, reduciéndolo a cenizas (586 a.C., 2 Reyes 25:9, 13-17). Ciro, rey de Persia y conquistador de Babilonia, autorizó el retorno de los cautivos judíos, la reconstrucción del Templo y la reposición de las vasijas que años antes saqueara Nabucodonosor. La nueva edificación se culminó en el año 516 a.C. (Esdras, capítulo 1). En el año 19 a.C., Herodes el Grande -monarca títere nombrado por Roma- emprendió la labor de expandir y embellecer el conjunto de edificaciones que comprendían el Templo. La obra se terminó en el año 64 d.C., durante el gobierno del rey Herodes Agripa ii. Escasos seis años después el Templo fue totalmente arrasado por los romanos, cumpliendo así la profecía de Jesús referida en Mateo 24:2: «¿Veis todo esto [los edificios del templo]? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada». En el 687 d.C., Abd al-Malik, quinto califa de la dinastía Omeya, erigió un santuario llamado el Domo de la Roca sobre la piedra en la que, según la tradición, descansaba el antiguo altar del Templo judío, lugar que los musulmanes también consideran sagrado, pues creen que de allí emprendió el profeta Mahoma su miraj o ascensión nocturna a los cielos. El Domo de la Roca sigue en pie hoy en día y se ha constituido en el quid del conflicto que afecta a árabes e israelíes. ¿Por qué motivo? Porque los musulmanes jamás aceptarían que se demoliera el Domo de la Roca para emplazar allí el Templo judío; por su parte, a los judíos no se les ocurriría levantar su templo en ningún otro lugar. Desconocemos de qué modo se resolverá el conflicto, pero es presumible que sea como consecuencia del pacto de siete años que establecerá el Anticristo. Siendo que Jerusalén es considerada ciudad sagrada por judíos y musulmanes (para estos últimos es la tercera en importancia después de La Meca y Medina) y que los cristianos también le otorgan carácter sagrado, cabe la posibilidad de que sea internacionalizada para que puedan acceder a ella libre e imparcialmente los fieles de todas las religiones. Dos sucesos recientes resultan particularmente significativos a la luz de las profecías bíblicas, ambos estrechamente vinculados con la reconstrucción del Templo judío: En enero de 2005, -el Sanedrín el más alto organismo dirigente y tribunal de justicia judío de la época de Cristo- se reunió por primera vez en 1600 años. Dos semanas más tarde, el 9 de febrero de 2005, sus integrantes empezaron deliberaciones sobre la reconstrucción del Templo y el restablecimiento de holocaustos o sacrificios de animales tal como prescribían las leyes de Moisés. El asunto más espinoso tiene que ver con el sitio exacto en que se encuentran los cimientos del Templo anterior. El Sanedrín determinó que no existen sino dos teorías fiables. La primera sostiene que el Templo estaba localizado en el sitio en que hoy se levanta el Domo de la Roca; la segunda, que el Templo se hallaba al norte del Domo de la Roca. El doctor Asher Kaufman, a quien se le atribuye esta segunda teoría, se basó en ciertos descubrimientos arqueológicos. De comprobarse la veracidad de esta última hipótesis, significaría que el polémico santuario podría erigirse al lado del Domo de la Roca, sin causar ningún perjuicio a éste. El hecho de que el recién reinstaurado Sanedrín esté analizando la reconstrucción del Templo, después de 2.000 años, es de suma importancia en lo que a las profecías bíblicas se refiere. ¿Nos aproximamos acaso a los acontecimientos que conducirán al segundo advenimiento de Cristo? Todo parece apuntar hacia ello.

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