jueves, 19 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 48 AÑO 2004


Todavía recuerdo vivamente el 21 de julio de 1969, cuando las cámaras de televisión captaron el histórico momento en que Neil Amstrong puso pie en la Luna. Las calles estaban vacías, toda la ciudad se detuvo, y durante varias horas estuvimos pegados al televisor. Asistíamos a uno de los momentos cumbre del siglo. No importaba que la imagen nos llegara en blanco y negro y bastante borrosa. Todos nos maravillamos de que los adelantos y conquistas de la humanidad hicieran posible el alunizaje de la nave Apolos y la transmisión en directo de aquella gesta que tenía lugar a cientos de miles de kilómetros de nuestro planeta. No creo que muchos entendieran la tecnología que hacía posible aquella proeza. Pero no importaba. El hecho es que funcionó. Quizá te resulte algo extraño que empiece así un número de Conéctate sobre el Cielo y el mundo de los espíritus. El caso es que, así como los que presenciamos aquel acontecimiento desconocíamos los avances de la técnica que lo hicieron posible, tampoco hace falta que entendamos todos los entretelones del mundo del espíritu para saber que existe y ser partícipes de sus bondades. Decir que uno no cree en el mundo espiritual porque nunca se ha asomado a él y no lo comprende sería como afirmar que no cree lo que ve en la televisión o que el hombre se posó en la Luna porque no estuvo presente cuando ocurrió. Eso no significa que el acontecimiento no se produjera. Hizo falta gente muy capaz para descubrir las ondas electromagnéticas y su aplicación práctica, de modo que en nuestros tiempos llegáramos a disfrutar de la radio y posteriormente de la televisión. Ahora, sin embargo, todos somos beneficiarios de esos inventos. Dios también dispuso un medio para que nos conectemos con el mundo espiritual, de modo que todos le saquemos el debido provecho. Ese medio es la oración. Una vez que aprendemos a hacer esa conexión se nos abren una serie de posibilidades extraordinarias: nos resulta más fácil establecer una íntima relación con Jesús, obtener soluciones muy concretas para nuestros problemas y hasta captar vislumbres de un mundo que trasciende la dimensión física en que nos desenvolvemos. Las perspectivas son innumerables. Nuestro amoroso Padre celestial ha puesto todo eso a nuestro alcance. Solo nos resta descubrirlo, emplearlo y recrearnos en ello.Gabriel SarmientoEn nombre de Conéctate

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