jueves, 19 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 46 AÑO 2004


Jesús dijo a Sus discípulos: «Si sabéis estas cosas —las claves para vivir bien que Él les había enseñado—, bienaventurados seréis si las hiciereis» (Juan 13:17). Este sencillo principio encierra una gran verdad. Hace algún tiempo leí el siguiente pasaje en un artículo de una revista: Todo el mundo persigue lo mismo en la vida: la felicidad. El único objetivo que tienen algunos es pasarla bien. Lamentablemente, antes de descubrir en qué consiste de verdad pasarla bien, la mayoría anda a los tropezones hasta casi el final de su breve vida. Inicialmente, cuando somos niños, pensamos que pasarla bien significa divertirse mucho y trabajar poco, hacer lo que a uno le plazca y conseguir algo a cambio de nada. Pero al cabo de un tiempo muchas personas caen en la cuenta de que eso es muy insensato y que conduce a fechorías, palizas y dolores de estómago. A la larga, después de meterse en muchos enredos, la gente capta que la felicidad y el éxito no provienen de echar mano de todo lo que uno quiera, que no tienen nada que ver con el ocio y las cremas de chocolate. A algunos, no obstante, les lleva mucho tiempo aprender a encarar la vida como corresponde y hallar la verdadera felicidad. Es obvio que los cristianos que se toman su cristianismo en serio no se dedican a buscar egoístamente la felicidad; de todos modos, igual la hallan. Espero poder convencerte de esto. Para muchos la felicidad es una suerte de santo grial. Creen que si no la encuentran, su existencia no habrá cumplido su propósito supremo.

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