martes, 17 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 36 AÑO 2003


Aunque la mayoría de la gente procura no pensar en ello más de la cuenta, la verdad es que hay mucho sufrimiento en el mundo. Son incontables los inocentes que mueren, quedan lisiados o pierden su casa a causa de guerras crueles e injustas. Otros más sufren lo mismo a raíz de catástrofes naturales o provocadas por el hombre. El cáncer, el sida y otras enfermedades se cobran millones de vidas todos los años, en muchos casos tras largos meses de dolor. Y es algo continuo. ¿Por qué tiene que ser así? Se trata de un interrogante que data de tiempos inmemoriales: Si de veras Dios existe, ¿por qué permite que haya tanto sufrimiento? La pregunta no tiene una respuesta sencilla y universal. Es cierto que Dios existe, y también que permite que haya sufrimiento. Sin embargo, Sus motivos para ello son casi tan numerosos y diversos como las personas que sufren. Eso sí, es innegable que la forma en que uno sobrelleva el sufrimiento o reacciona ante el sufrimiento ajeno depende en gran medida de su fe. Quienes no tienen fe suelen sumirse en la desesperación. En cambio, quienes creen implícitamente en un Dios justo y amoroso claman a Él en esos momentos de necesidad, echan mano de Sus ilimitados recursos y hallan gracia y fuerzas para sobreponerse al dolor o a la pérdida. Aunque poco se sabe de lo que padeció Frank Graeff (1860-1919), seguro que cuando escribió el himno ¿Me comprende Jesús? estaba plasmando sus propias experiencias. El dolor que expresa es demasiado vivo como para haber sido imaginario. Únicamente alguien que lo ha experimentado en carne propia es capaz de declarar de una manera tan victoriosa la certeza y esperanza contenidas en el estribillo: «Ay, sí, yo sé que al verme Él se compadece de mí. [...] Mi Salvador lo ve». El sufrimiento es parte integral de la vida; pero todos podemos tener la maravillosa fe y seguridad de que nuestro Señor nos acompaña en el dolor. Espero que el presente número de Conéctate te conduzca hacia el amor y el consuelo de Dios cuando más lo necesites. Gabriel Sarmiento En nombre de Conéctate

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