martes, 17 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 34 AÑO 2003


Un concepto muy extendido hoy en día es que la ciencia y la fe en Dios siguen caminos tan divergentes que no hay más remedio que optar por la una o por la otra. Es decir, que no se puede dar crédito a ambas. Pero ¿es válida esa extrema pola­rización del pensamiento? Analicémoslo con calma. La ciencia es el estudio del mundo físico, basado particularmente en la observación y la experimentación. La fe, por su parte, es la creencia o confianza en algo o en alguien —en este caso, Dios— sin contar con pruebas de su existencia. ¿Qué pasaría, sin embargo, si en efecto hubiera pruebas científicas de la existencia de un Ser supremo? ¿No cerraría eso la brecha? La verdad es que sí contamos con esas pruebas. Es más, abundan. El rey David cantó en los Salmos: «El cielo proclama la gloria de Dios; de Su creación nos habla la bóveda celeste. Los días se lo cuentan entre sí; las noches hacen correr la voz» (Salmo 19:1-2, versión Dios Habla Hoy). El apóstol Pablo explicó: «Las cosas invisibles de Él, Su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas» (Romanos 1:20). El poeta estadounidense Ralph Waldo Emerson planteó de manera sucinta el vínculo entre la ciencia y la fe cuando afirmó: «Todo lo que veo me enseña a confiar en el Creador respecto de todo lo que no veo». La ciencia pura y legítima apunta hacia la existencia de Dios y valida la fe en Él. Así y todo, para creer en nuestro Dios invisible hace falta fe; pero ésta se ve respaldada por la evidencia y la demostración. Hoy en día son cada vez más los científicos respetados que se declaran creyentes, mayormente a raíz de sus observaciones de la creación divina. Cuantos más descubrimientos realizan, más patente se les hace que el universo no se produjo de forma casual ni por los denominados procesos naturales; hubo necesariamente un Artífice, un Creador inteligente. Esperamos que el presente número de Conéctate refuerce tu fe en el Creador y en Su amoroso designio para todos nosotros. Gabriel Sarmiento En nombre de Conéctate

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