sábado, 14 de noviembre de 2009

REVISTA CONÉCTATE 19 AÑO 2002


¿Te has preguntado alguna vez por qué algunas personas irradian una mayor medida del amor del Señor que otras? ¿Por qué algunas dan muestras de hacer más progresos espirituales que otras? ¿Por qué se notan más felices? ¿Por qué sus decisiones resultan acertadas? Probablemente quienes guardan una relación más estrecha con el Señor y reciben más bendiciones Suyas han descubierto el sencillo secreto contenido en un antiguo estribillo que se enseñaba a los niños: «Más de Ti yo quiero, más de Ti, Jesús; [...] y ya que quiero más de Ti, a Ti me entrego aún más». El asunto no reviste mayor complicación. Además, contrariamente al pensamiento popular, entregarse por entero a Jesús no resulta tan difícil. Someternos al Señor y a Su voluntad no significa que debemos aprestarnos a llevar una vida de penurias y privaciones. Jesús nos promete que cuando hacemos las cosas a Su modo, nuestras cargas se tornan fáciles y ligeras (Mateo 11:28-30). Somos nosotros quienes en muchos casos nos complicamos la vida al empeñarnos en trazar nuestro propio camino o al aferrarnos a lo que según nuestros cálculos nos hará felices. «Este es el amor a Dios —en esto consiste el amar a Dios—, que guardemos Sus mandamientos; y Sus mandamientos no son gravosos» (1 Juan 5:3). «Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos» (Juan 13:17, Versión Popular). Por eso, si últimamente te has visto abrumado y agobiado, tal vez se deba a que llevas a cuestas una carga que no te corresponde o a que te has colgado un yugo que no debieras acarrear. Cambia tu voluntad por la del Señor y verás la diferencia que hace. Gabriel Sarmiento En nombre de Conéctate

No hay comentarios:

Publicar un comentario