jueves, 19 de noviembre de 2009

Respuestas a tus interrogantes


Estoy sometido a muchas presiones laborales y también domésticas. Me siento obligado a tener éxito, a poner el pan en la mesa para mi familia y a ser un buen padre y esposo. Recibo presiones de todos lados. ¡En muchos casos simplemente no sé cómo sobrellevarlas! ¿Qué puedo hacer? El estrés se está convirtiendo en un aspecto casi ineludible de la vida moderna. Decimos casi porque sí se puede hacer algo para evitar sufrir presiones indebidas o vivir en un estado de estrés constante. Si bien algunos de los consejos que se exponen a continuación se aplican a todo el mundo —hacer ejercicio o comer alimentos nutritivos, por ejemplo—, otros confieren cierta ventaja a los cristianos, pues de forma muy especial y personal incorporan a Jesús en la ecuación. Jesús es el consejero, entrenador, administrador, intercesor, secretario ejecutivo, preparador físico, confidente y mejor amigo del cristiano. En resumidas cuentas, es todo lo que este necesita para hacer frente al estrés, que ha llegado a ser parte integral de la vida moderna, y salir airoso de la contienda. Consejos para reducir el estrés Ora. Que los ratos tranquilos con Jesús se conviertan en un hábito cotidiano. Vete a la cama a tiempo; duerme lo necesario. Levántate a tiempo para que puedas dar comienzo al día sin prisas y arrebatos. Rechaza aquellas actividades para las que simplemente no tienes tiempo. De lo contrario se tornan gravosas para tu salud mental. Delega ciertas tareas en otras personas capaces de hacerlas. Simplifica tu vida, y no te recargues. Date tiempo extra para lo que tengas que hacer y para trasladarte de un lugar a otro. Disciplínate. Siempre que sea posible es mejor programar a largo plazo los cambios profundos y las iniciativas de envergadura. Evita tratar de encarar varios emprendimientos difíciles al mismo tiempo. Llévate algo de la Palabra de Dios para leer cuando tengas que esperar. No vivas preocupado por el mañana. Distingue lo que te preocupa de lo que requiere tu atención. Si determinada situación exige legítimamente que te ocupes de ella, averigua qué quiere Dios que hagas al respecto. Si te preocupa una situación por la que no puedes ni debes hacer nada, encomiéndala a Dios. Haz bastante ejercicio. Organízate de tal forma que todo tenga un lugar asignado. Concéntrate en las cosas en que tienes injerencia directa —tú mismo y tus hábitos—, en lugar de preocuparte por las que escapan total o parcialmente a tu control. Vive con arreglo a tu presupuesto; no compres nada a crédito a menos que no tengas más remedio. Emplea el tiempo que viajas en el auto para escuchar cintas o discos compactos basados en la Biblia, los cuales pueden ayudarte a optimizar tu calidad de vida. Sé amable con los que no lo son. (Es probable que sean ellos quienes más necesiten gestos de cortesía.) Agradécele a Dios todo lo que venga, pues no te enviará nada que tú y Él no puedan sobrellevar juntos. Toma medidas de contingencia: Lleva en la billetera una copia de la llave del auto. Esconde en el jardín una copia de la llave de la casa. Ten a mano algunas estampillas postales y pilas de repuesto para la linterna, etc. Prepárate una carpetita con lecturas inspirativas o con tus versículos preferidos. Ríete. Recuerda que en muchos casos el puente más corto entre la desesperación y la esperanza consiste en un sonoro «¡Gracias, Jesús!» Tómate en serio el trabajo, pero no te consideres excesivamente importante. Sigue una buena alimentación. ¿Tienes alguna dificultad? Habla de ella con Dios enseguida. Procura resolver los problemas pequeños en el momento en que surjan. No esperes a la hora de ir a la cama para ponerte a orar y buscar soluciones. Cultiva el hábito de perdonar. (La mayoría de la gente no hace las cosas mal a propósito, sino que procura obrar bien.) Cada noche, antes de acostarte, piensa en un suceso del día por el que te sientas agradecido. No te cargues con tareas nuevas hasta que hayas despachado asuntos pendientes que tienen prioridad. Aminora la marcha. Recuerda que no eres el gerente general del universo.

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