martes, 17 de noviembre de 2009

Respuestas a tus interrogantes


P.: Mi novio y yo cortamos nuestra relación hace poco, y la situación se volvió desagradable y dolorosa. Mis amigas me dicen que debería tomarme la revancha con él por el dolor que me causó. Creo en Dios y deseo complacerlo obrando bien. Sin embargo, en este momento quizás esté demasiado enojada para saber qué es lo correcto. ¿Cómo debería reaccionar un cristiano en una situación como la mía? R.: Teniendo en cuenta todo lo que te acaba de pasar, es comprensible que estés confundida y no sepas muy bien cómo reaccionar. Con todo, vas por buen camino al querer complacer a Dios obrando bien. ¿Cómo debería reaccionar un cristiano? Como reaccionó Cristo en circunstancias similares. Jesús no siempre podía controlar lo que la gente le hacía, pero sí podía controlar Su propia reacción y el efecto que tenía eso en Su espíritu. Lo mismo vale para nosotros. Él optó por vencer el mal por medio del bien. Nosotros podemos hacer lo mismo (Romanos 12:21). En Su famoso Sermón del Monte, Jesús dijo: «Oísteis que fue dicho: "Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo". Pero Yo os digo: "Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los Cielos, que hace salir Su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?"» (Mateo 5:43-46). Más adelante en ese mismo sermón Jesús explicó que obtenemos perdón y misericordia en la misma medida en que usamos de perdón y misericordia con los demás: «Si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas» (Mateo 6:14,15). Al sufrir ultrajes algunos de los primeros cristianos, el apóstol Pedro les aconsejó que siguieran el ejemplo de Jesús. «Si haciendo lo bueno sufrís y lo soportáis, esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis Sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en Su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente» (1 Pedro 2:20-23). Quienes se resienten, dan lugar a impulsos de venganza y procuran hacer pagar a alguien por lo que les ha hecho sufrir, en muchos casos no logran librarse de sus propios sentimientos negativos. Se toman la justicia por su mano en vez de confiar en que Dios resuelva las cosas. Y normalmente, acaban armando un lío peor. En lugar de obtener satisfacción y ver aliviado su dolor, terminan llenos de remordimientos y con gran necesidad de ser perdonados ellos mismos. En cambio, quienes dejan el asunto en manos de Dios, quienes perdonan y olvidan, encuentran «la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento» (Filipenses 4:7). Opta por perdonar en vez de buscar venganza.

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