sábado, 14 de noviembre de 2009

Respuestas a tus interrogantes


P.: A veces me da la impresión de que nunca tendré suficiente entrega y disciplina para complacer a Dios. Por ejemplo, la Biblia dice que debemos orar sin cesar y dedicar nuestra vida a servir a Jesús y a los demás. Pero esas metas me parecen imposibles de alcanzar. ¿Para qué esforzarme siquiera? R.: El Señor nos traza metas para ayudarnos a madurar como personas, para que seamos más felices y para que nuestra vida tenga más sentido y sea mejor en todo aspecto. No lo hace porque quiere o espera que seamos perfectos. De hecho, sabe muy bien que nunca lo seremos. Somos nosotros quienes nos imponemos a veces metas poco realistas que luego nos hacen sentirnos fracasados. El arma preferida que emplea el Diablo contra los cristianos es el desaliento, y también le encanta hacernos caer en la autocensura. Nos recriminamos porque pensamos que Dios no nos va perdonar algo que hicimos mal. Generalmente es un vicio mental, porque cuanto más se piensa en el asunto, peor se vuelve. Cuando nos mortificamos así, invalidamos nuestra propia fe para pedir al Señor que nos ayude a superar esos sentimientos negativos, porque nos parece que no nos merecemos Su ayuda ni otras bendiciones que nos pudiera otorgar. En efecto, cuando nos dejamos vencer por el abatimiento y la autocensura es muy difícil salir del pozo, porque el Diablo hace lo posible por convencernos de que es precisamente ahí donde debemos estar. Pero Jesús nos conoce al dedillo ?así nuestros defectos como nuestras cualidades?, pese a lo cual nos ofrece Su amor incondicional. Él no anda permanentemente con un cuaderno en la mano anotando cada una de nuestras metidas de pata. Más bien se alegra cada vez que damos aunque sea un pequeño paso por seguirlo. A Sus ojos, el único fracasado es el que cae y se niega a levantarse para hacer un nuevo intento. Ni siquiera espera que nos levantemos por nuestros propios medios. Nos tiende la mano y nos alza; luego nos infunde fe y agallas para seguir adelante hasta tener éxito. Lo único que nos pide es que hagamos otra tentativa y que creamos que nos ama y que está a nuestro lado para ayudarnos. Por eso, si has caído en la autocensura, sigue los pasos que detallamos a continuación y verás que te conducen a la victoria: 1. Admite que no puedes alcanzar tus metas por tu cuenta y que solo Jesús puede ayudarte a hacerlo. 2. Niégate a creer al Diablo cuando venga a recriminarte y a hacer que te sientas culpable. 3. Recuerda que, a los ojos de Dios, el fracaso no consiste en caerse, sino en no levantarse para hacer un nuevo intento. 4. Agradece a Dios que aun sucesos que parecen derrotas puedan convertirse en victorias si aprendemos de ellos. 5. Cuando tropieces, niégate a darte por vencido. Apóyate en Jesús. Pídele que te ayude a ver las cosas desde Su perspectiva. Luego levántate e inténtalo una vez más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario