lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Qué puedo hacer para aliviar la fricción que se ha generado entre uno de mis colegas y yo y establecer una mejor comunicación con él?


La vía más rápida y segura de eliminar esas barreras que traban la comunicación es tan sencilla que muchas veces no la tenemos en cuenta: una de las partes debe dejar momentáneamente de esforzarse por comunicar lo que está pensando y detenerse a escuchar lo que la otra parte desea expresar. A la gente le gusta hablar, expresarse, que la oigan. Cada persona además necesita percibir que otros la necesitan y que lo que puede aportar es importante y valioso. Cuando nos damos tiempo para oír atentamente a otra persona, así no estemos de acuerdo con todo lo que nos esté diciendo, le demostramos consideración y respeto. Aplica esos consejos en relación a los colegas con los que tienes dificultades de comunicación. Muchas veces te sorprenderá lo positivamente que reaccionarán a ese gesto tuyo y lo abiertos que se mostrarán a tus ideas y propuestas. ¿Cómo se cultiva el arte de escuchar? En primer lugar, es preciso querer hacerlo, albergar el sincero deseo de escuchar lo que la otra persona nos quiere decir. Quizá te consideras un buen oidor porque te manejas bien en situaciones sociales en las que ambas partes conversan sobre cuestiones triviales o intercambian datos interesantes. Sin embargo, las veces en que más cuesta y al mismo tiempo más importante resulta escuchar son aquellas en que la otra persona expresa una opinión contraria a la tuya. Se trata de hacerlo desinteresadamente, para provecho ajeno y no propio. Para escuchar desinteresadamente debemos poner freno a ese impetuoso afán de expresar lo que sentimos. Antes de replicar exponiendo nuestra opinión o reacción, manifestemos un sincero deseo de escuchar y de valorar lo que la otra persona intenta decirnos. Hace falta esfuerzo para cultivar el arte de escuchar. ¿Has notado los rasgos y gestos de aquellos con quienes te gusta conversar, de los que son buenos oidores? Manifiestan interés con sus ojos, su postura y su modo de reaccionar. Su actitud te dice: «Me gusta oír lo que piensas. Eres importante para mí». Crean un clima indescriptible, un aire de calma y paciencia, como si te dijeran: «Exprésate con tranquilidad. No tengo nada más vital que hacer en este instante que oír lo que me estás diciendo». Escuchar es un medio de cumplir más eficazmente la ley de Cristo, que la Biblia resume de la siguiente manera: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Gálatas 5:14; Mateo 22:37-39).

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