miércoles, 18 de noviembre de 2009

A punto de suicidarse


Un día sonó el teléfono de la línea gratuita que tiene La Familia en los Estados Unidos, y yo contesté. El hombre dijo llamarse Jay. Hablaba muy raro, como si estuviera drogado. Explicó que tenía una pistola contra la sien, que estaba harto de todo y que iba a suicidarse. Dijo también que hacía tiempo había conocido a una joven de La Familia que tenía un brillo peculiar en los ojos. Al comentárselo, ella le había respondido que era el amor de Dios. Eso se le quedó grabado y, en efecto, había llegado a sentir ese amor. Un momento antes, cuando estaba a punto de apretar el gatillo, había recordado a la chica. Nos llamaba como último recurso. Le dije a Jay que Jesús lo amaba, que deseaba entrar en su corazón y ser parte de su vida. Le expliqué que Él podía concederle la paz que anhelaba con tanto afán y que no había encontrado en ninguna parte. Le dije algunos versículos fundamentales de la Biblia sobre la salvación, y él se conmovió y emocionó al descubrir que Jesús lo amaba y lo perdonaba. Me preguntó cómo podía encontrar a Jesús y Su Espíritu de paz. Allí mismo, por teléfono, rezó conmigo para aceptarlo en su corazón. Rompiendo a llorar, me dijo: «¡Acabas de salvarme la vida!»

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