viernes, 13 de noviembre de 2009

Predica con el ejemplo


Prefiero que me den ejemplo a escuchar un gran sermón; prefiero que vengan conmigo a que me den orientación. El ojo aprende más rápido y con más ganas que el oído. Un buen consejo es confuso; un ejemplo, definitivo. Los mejores predicadores son los que viven su religión, pues lo que todos precisan es ver el bien en acción. Si miro cómo lo haces, aprenderé enseguidita. Tus manos me hablan claro, mas la lengua se precipita. Serán muy ciertos y eruditos los discursos que das tú, mas yo prefiero aprender observando tu actitud. Las palabras muy elevadas se pueden interpretar mal, pero no habrá quien malentienda el modo que tienes de actuar. Cuando veo un gesto bondadoso, me dan ganas de hacerlo a mí; cuando un hermano débil tropieza y otro fuerte se queda allí sólo para echarle una mano, un profundo deseo yo siento de llegar a ser así, igual de considerado y atento. Todo viajero atestigua que el mejor guía de montaña no sólo indica el camino, sino que va y te acompaña. De uno bueno aprenden muchos; los hombres creen lo que ven. Un acto de amor tangible ciertamente vale por cien. Quien se junta con hombres de honor aprende a estimar la virtud, pues bien claro y sin ambages habla una vida de rectitud. Aunque con su elocuencia me cautive un orador, prefiero que me den ejemplo a escuchar un gran sermón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario