sábado, 28 de noviembre de 2009

Poder espiritual


El poder de Dios hace posibles muchas cosas que superan la capacidad humana. Puede manifestarse de diversas maneras: una curación milagrosa de una dolencia física; alivio del estrés y de las presiones emocionales; una alteración de las circunstancias que no podría haberse producido por alguna intervención humana; perspicacia que trasciende la erudición, los conocimientos y la experiencia terrenales; la capacidad de amar incondicional y abnegadamente, como nos ama Dios. Desde sencillas soluciones hasta milagros indiscutibles, todo proviene de una fuerza ajena a nosotros. Se trata del poder de Dios. El amor de Dios tiene un poder enorme. Perdona pecados, transforma corazones, renueva espíritus, devuelve la salud, infunde esperanza a los descorazonados y vigor a los agotados, y lleva luz donde hay tinieblas. Dios es omnipotente, y todo es posible para quienes aprovechan Su poder por medio de la fe y la oración. Armados de una fe no mayor que un grano de mostaza, podemos echar una montaña al mar (Mateo 21:21), sanar a los enfermos, resucitar a los muertos e infundir nueva vida a los desesperados y necesitados (Mateo 10:8). El poder de Dios es ilimitado, pero para acceder a él necesitas un conducto, una línea. La fe es semejante a un cable que transmite la energía, el poder, de la fuente al aparato. ¿Piensas que millones de personas a lo largo de los siglos habrían creído en la oración si ésta no diera resultado? Descubre su eficacia por ti mismo. ¡No es ningún secreto insondable! Dios conoce el corazón y las necesidades, sentimientos y temores más íntimos de cada persona y es perfectamente capaz de dar a cada una exactamente lo que necesita. La clave de la fortaleza espiritual, el triunfo, la superación, la productividad, la pasión, la vida y la luz —en suma, la clave de todo lo bueno— se encuentra en la Palabra de Dios. Habrás visto películas de superhéroes del estilo de Superman en que aparecen personajes con poderes sobrenaturales, seres que a pesar de vivir en el mundo físico tienen facultades que les permiten trascender las limitaciones del mismo y hacer cosas imposibles para cualquier mortal. Eso mismo ocurre en el plano espiritual. El Espíritu de Dios te da la capacidad de librarte de la desesperación y los problemas de la vida. ¿De qué manera? Infundiéndote felicidad, esperanza, valor y una fuerza interior inquebrantable e incontenible. Incluir a Dios en todo le añade una nueva dimensión a la vida. Es como entrar en un mundo nuevo en el que hasta las cosas triviales resultan extraordinarias.

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