sábado, 28 de noviembre de 2009

Escuchar la voz de Dios


Muchas personas afirman que Dios les habla. Aunque he orado fervientemente para que me hable a mí, nunca he logrado oírlo. ¿Él sólo nos inspira pensamientos, o se dirige a nosotros con voz audible? Si has establecido una conexión personal con Dios al aceptar a Jesús como tu Salvador y le has pedido que te hable, Él lo hará. Jesús prometió: «Pedid, y se os dará» (Mateo 7:7). Es más, Dios probablemente lleva tiempo hablándote; solo tienes que aprender a reconocer Su voz. Él habla de múltiples maneras. En muchos casos, mientras lees la Biblia, hace que cierto pasaje te llame la atención y te indica de qué forma se aplica a tu situación o de qué manera responde a uno de tus interrogantes. Puede que te hable a través de sueños muy gráficos o visiones. Quizá te hable por intermedio de buenos consejeros —personas que tienen mucha fe y un gran conocimiento de la Palabra y los designios divinos—, inspirándoles consejos que sabe que te van a resultar provechosos. Dios es también capaz de hablarte directamente. En ciertas circunstancias, algunas personas oyen a Dios decirles palabras audibles, como le sucedió a Samuel, el niño profeta (1 Samuel, capítulo 3). Tal parece haber sido el caso también cuando Dios habló al profeta Elías por medio de un «silbo apacible», en un momento en que precisaba con urgencia orientación (1 Reyes 19:11,12). Sin embargo, en general nos habla interiormente cuando nos tranquilizamos, apartamos todos los demás pensamientos, le pedimos que nos hable y nos quedamos aguardando. A veces ni siquiera se vale de palabras; puede que nos comunique simplemente una impresión o un convencimiento interior, una suerte de conocimiento intuitivo sobre determinada situación. David Brandt Berg explicó de la siguiente manera el proceso de escuchar palabras del Cielo: «Es fácil escuchar al Señor. Cuando le pedimos una respuesta o una solución, debemos dar por hecho que la recibiremos y aceptar lo primero que nos venga. Si quieres que Él te conteste y crees de veras que puede hacerlo y que lo va a hacer, no te defraudará. Lo que veas u oigas con tus ojos y oídos espirituales será la respuesta del Señor».

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