viernes, 20 de noviembre de 2009

Oraciones de intercesión


Dinámica Efectos
Pregunta: He oído decir que orar no es lo mínimo que podemos hacer por alguien, sino lo máximo. Si es cierto, ¿podrías explicármelo? CUANDO LOS DISCÍPULOS de Jesús le pidieron que les enseñara a orar, Él les transmitió una oración que con el tiempo llegó a llamarse el padrenuestro. Pese a contar con muy pocas palabras, es posible que sea la oración general más abarcadora y contundente que se haya hecho jamás. Sin embargo, hay mucho más que aprender sobre ese misterioso y extraordinario medio de comunicación que llamamos oración, y a Jesús le agrada sobremanera responder a los interrogantes que le planteemos al respecto. Presentamos a continuación las respuestas que recibimos de Él en profecía a algunas de las preguntas más frecuentes que se hacen en torno a la dinámica de la oración, sobre todo de las plegarias de intercesión, es decir, aquellas en que rezamos por otras personas. Jesús: Orar puede parecer algo de poca monta. Normalmente no te lleva mucho tiempo y requiere escaso esfuerzo físico. Sin embargo, si conocieras la dinámica de la oración y el efecto que tiene en la esfera espiritual, comprenderías que se trata del servicio más importante que puede rendírsele a alguien. Por acción se entiende el hecho de realizar una actividad. Pues bien, hay que comprender que orar es actuar: la oración es la acción más eficaz y poderosa que existe. Cuando oras, obras en el plano de la fe. Obras en la dimensión espiritual, que es donde se forjan los milagros, donde ocurre lo imposible. En algunos casos tú puedes encarnar Mis manos, Mis pies o Mi boca con el objeto de remediar un mal por medio de una acción física. Sin embargo, la acción más importante se produce en el espíritu, y ahí es donde intervienen tus oraciones. Tus oraciones accionan Mi mano para que obre en favor de la persona por la que intercedes. Yo prometí: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7:7). Cuando pides con fe, además de producir los resultados deseados, obro cosas mucho mayores de las que estás en condiciones de obrar tú. Aunque resulta ilógico y va a contrapelo de la naturaleza humana abstenerse de remediar un problema cuando surge, cuanto más oras, más me ves allanar el camino, transformar corazones y modificar situaciones. En consecuencia, más se afianza tu fe en Mí y en la eficacia de la oración. Ansío mover montañas para ti, así que no vaciles en pedírmelo. Aunque tus necesidades y las de otros sean grandes, nada es demasiado grande para Mí. Suelta tus oraciones, apártate y mírame obrar. Unidos, ¡tus ruegos y Mi poder conforman una fuerza invencible!Pregunta: ¿Por qué parece que algunas plegarias no son respondidas, sobre todo aquellas que se hacen por las situaciones más desesperantes? Jesús: Son varias las razones por las que algunas oraciones no obtienen respuesta inmediata. A veces todavía no están dadas las condiciones para que se produzca el mejor resultado. En otros casos, es necesario que las personas afectadas aprendan algo o maduren en ciertos aspectos en los que no progresarían de resolverse el problema muy rápida o fácilmente. En ciertas situaciones la culpa es una falta de fe por parte de las personas que oran. En muchos casos obedece a una falta de fervor. Las oraciones son respondidas en proporción directa al fervor que pone la persona que ora. Si tuvieras que mover un objeto pesado, emplearías todas tus fuerzas. Lo mismo vale para la oración. Cuanto mayor y más imposible sea el embrollo o la dificultad, más concentración mental y fervor espiritual hay que poner al orar. Las situaciones críticas requieren que se ore con mucho afán.Pregunta: Si has prometido responder a cada oración de la forma que Tú sabes que es más conveniente, ¿qué importancia tiene el número de personas que recen por determinada situación? ¿No basta con la plegaria de una sola persona? Jesús: Valiéndonos de la analogía anterior, cuando un objeto es muy pesado para que lo mueva una sola persona —aun utilizando todas sus fuerzas—, esta pide ayuda a otras. Al aunar fuerzas y empujar juntos por medio de la oración, al encauzar todos su energía espiritual en la misma dirección, sus plegarias se tornan mucho más eficaces.Pregunta: ¿Son necesarias tanto las oraciones que la persona hace por sí misma como las que otros elevan por ella? Jesús: Tan necesarias son las que la persona hace para sí misma como las que otros hacen por ella. Cuando, por el motivo que sea, eres el único que está al tanto de cierta situación y no puedes acudir a otros para que te apoyen en oración, tus ruegos bastan para resolver la situación. Sin embargo, a veces todos llegan a un punto en que necesitan que otros oren por ellos. Da mucha paz saber que no libras la batalla solo. Pero la persona misma también debe esforzarse por orar, pues la oración que ella hace para su propia condición o necesidad tiene mucha fuerza. A veces quienes precisan Mi ayuda no tienen conciencia de ello. O no se dan cuenta del problema o de su gravedad, o bien no captan lo verdadero que soy, lo dispuesto que estoy a ayudarlos ni la capacidad que tengo para hacerlo. Por ende, no acuden a Mí como debieran. En situaciones así, las plegarias de terceros pueden poner en movimiento las cosas en el plano espiritual y echarlas a andar por el derrotero que Yo he dispuesto. Suele pasar que a la larga se aviva la fe de la persona afectada. Pero mientras tanto la fe y las oraciones de los demás son decisivas. En otros casos, quienes necesitan oración están muy débiles o agotados para sobrellevar el peso de orar por sí solos. Aunque su espíritu esté dispuesto, su carne es débil; cuando alguien está enfermo o sufriendo gran dolor, por ejemplo, necesita el apoyo de otros que oren por él. O si por el contrario está fuerte físicamente pero debilitado en fe, le hace falta que otros recen con él. La persona afectada es como un soldado en el frente de batalla. Si bien participa directamente en el combate, la victoria también depende de sus compañeros de la retaguardia. Lo mismo sucede con la oración: Los que ruegan por él son los refuerzos. El que tiene necesidad puede rezar y Yo responderé a sus súplicas. Pero cuando otros oran a la par con él, se duplica la eficacia.Pregunta: ¿Cómo puedo ser más eficaz al orar por los demás? Jesús: Cuando hay una petición que te toca de cerca y tiene un valor emotivo para ti... cuando te conmueves por una persona o deseas con ardor que Yo intervenga, ahí sí que suplicas con fervor y con frecuencia. Cuando tú te conmueves, tus oraciones me conmueven a Mí y hacen posible que Yo intervenga en favor de la persona por la que oras y para remediar la situación. Y viceversa: cuando no te afecta personalmente una necesidad o una petición es más fácil que se te pase por alto y que no reces con el mismo fervor. La empatía es un factor clave. Por eso, pídeme el don de compenetrarte con la situación y ponerte en el pellejo del otro. Así pues, ora como si fueras tú el que padece la enfermedad, el que atraviesa dificultades económicas o el que enfrenta reveses u obstáculos. Ora como si los que necesitaran Mi intervención fueran tus hijos, tus seres queridos, tu familia, y Yo oiré y responderé.Pregunta: ¿Por qué suele ser más fácil tener fe por los demás que por uno mismo cuando se ora? Jesús: La fe de muchos se ve limitada cuando oran por sí mismos. Por ende les cuesta pedir directamente algo que parece imposible. Puede que tengan mucha fe al momento de orar por los demás, mas cuando ellos mismo tienen una necesidad, se sienten indignos de Mi ayuda o tienen miedo de parecer egoístas. En consecuencia, no piden nada o son apocados en sus plegarias. Otras personas, en cambio, pueden orar por ellos o por su situación con más contundencia y con plena fe. La oración de intercesión se asemeja a una cuenta bancaria en la que más de una persona puede retirar dinero de ella y depositarlo. Quien ruega por otro deposita dinero en la cuenta. La persona por quien se ora puede retirar dinero de ella. En tanto que todos sean diligentes con sus depósitos, habrá abundantes fondos en la cuenta para hacer frente a cualquier necesidad que surja.Pregunta: ¿Las oraciones que hacemos por los demás surten efecto aunque no tengamos suficientes datos sobre la situación para decidir de qué forma pedirte que intervengas? Jesús: Cuando manifiestas amor e interés al rogar por alguien, puedo responder incluso oraciones que ni siquiera hayas sabido expresar con palabras. A veces, aunque no sepas por qué orar en concreto, Yo sí lo sé. Como explicó el apóstol Pablo, vivo siempre para interceder por ti conforme a la voluntad de Dios (Hebreos 7:25; Romanos 8:27). Conforme intercedas por los demás ante Mí, conforme manifiestes amor e interés, reconozcas que dependes de Mí y me encomiendes situaciones y personas, Yo prepararé el desenlace más óptimo, aunque al momento no sepas cuál es. El hecho de no estar al tanto de toda la realidad en ciertos casos puede resultar ventajoso, porque a veces la realidad socava la fe. La realidad simple y llana que prevalece sobre todo lo demás es que nada hay imposible para Mí. Cuando me pides que intervenga para que haga algo específico con la fe ciega en esa promesa, en muchos casos puedo actuar con mayor presteza y obrar milagros más portentosos que si lo único que tuviera en que basarme fueran las oraciones de quien está inmerso en su trance, cuya fe se ve debilitada por la realidad.Pregunta: Aunque la oración de intercesión sea principalmente para el bien de los demás, ¿beneficia también a la persona que ora? Jesús: Pedir por los demás es amor, es poner el amor en acción en el plano espiritual. No solo es pensar en ellos y desear ayudarlos, sino hacer algo. El amor que sientes por una persona te motiva a clamar a Mí para que la ayude. Y Yo intervengo y hago lo que tú no eres capaz de hacer por tus propios medios. Uno de los frutos más hermosos de interceder es que uno se vuelve menos egocéntrico y cultiva la costumbre de pensar más en el prójimo que en sí mismo. Llena el corazón de amor por la persona por quien se ora y por los demás en general, pues se centra en las necesidades ajenas. La oración de intercesión es mayormente un servicio abnegado. Implica dedicar parte de tu tiempo a suplicarme por las necesidades de los demás. Es una forma de dar desinteresadamente, pero rinde dividendos. «Dad, y se os dará» (Lucas 6:38). Conforme derrames tu corazón implorándome por otros y por sus problemas, me haré cargo de ti. Esa es Mi regla: cuanto más se da, más se recibe. Además afianza tu fe en Mi capacidad de responder a las oraciones y te enseña a depender más de Mí. Te conmueves, deseas ayudar a los demás, me suplicas que acuda en su rescate, y cuando lo hago, se te levanta el espíritu y se incrementa tu fe. Por último, así llevarás una vida a imagen de la Mía, estarás más lleno de Mi amor y mejor sintonizado conmigo, y se verá más de Mí en ti.Rogar por los demás tendrá un efecto positivo en ti en todo sentido y te hará acreedor a múltiples bendiciones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario