miércoles, 4 de noviembre de 2009

Más cerca de la marca


«Hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre» (Apocalipsis 13:16-17). Durante la segunda mitad del régimen del Anticristo, los tres años y medio conocidos como la Gran Tribulación, quienes se nieguen a rendirle culto o a aceptar su marca o su número no podrán comprar ni vender. Los que adoramos a Dios seremos perseguidos. Sin embargo, nuestra fe en Él nos salvará. Al final de dicho período, Jesús regresará para rescatarnos, acabar con el régimen político, económico y religioso instaurado en todo el mundo por el Anticristo y establecer el Reino de Dios en la Tierra. La tecnología necesaria para instituir la marca de la Bestia —que aunque fue predicha en la Biblia hace dos milenios, era impensable hasta hace pocos años— se está desarrollando vertiginosamente. Consideremos lo siguiente:
Control mediante microchips En una época en que abundan las teorías sobre conspiraciones de todo tipo, quizá no haya quien hable más abiertamente del tema que David Icke, ex comentarista deportivo y portavoz del Partido Verde del Reino Unido. Ha escrito diez libros en los que formula la misma premisa: la existencia de un puñado de personas, organizaciones y sociedades secretas que imponen su dominio sobre el mundo, y sobre nosotros. Según Icke, dicha élite crea las noticias y las difunde. Manipula acontecimientos y establece tendencias —guerras, revoluciones, atentados terroristas, asesinatos, estallidos sociales y políticos, el narcotráfico internacional—, y luego condiciona nuestra percepción de todo ello a través de los medios de comunicación, controlados por sus mismos agentes. Son los maestros del lavado de cerebro colectivo e individual, y tienen por objetivo subyugarnos. En una entrevista con el periódico sudafricano Independent (19 de enero de 1998), Icke declaró: «En este mismo momento el gobierno secreto del mundo manipula la mente humana para que acepte la tiranía global centralizada. Esta tiranía toma el nombre de Nuevo Orden Internacional, y a menos que nos despabilemos, tomará la forma manifiesta de un gobierno, un banco, una unidad monetaria y un ejército mundiales, amén de una población ligada a una computadora global por medio de microcircuitos implantados. »¡Más vale que despertemos, porque todo esto ya se está gestando! La implantación de chips en animales domésticos es ya una realidad. La aplicación de esta tecnología a seres humanos se encuentra en etapa de estudio. Entre otras posibilidades, se debate la de implantar chips en niños en edad preescolar para dificultar los secuestros y posibilitar su rastreo. Otra posible aplicación sería en presidiarios que gozan de libertad condicional y en reos que participan en programas de arresto domiciliario.» Con el tiempo, dice Icke, el proyecto contempla colocar implantes en todos los bebés a la hora de nacer. «La tecnología ya existe. Lo único que falta es convencer al público de que la acepte. Una vía para lograrlo es poner de relieve los casos de niños perdidos, incluidos aquellos en que los bebés hayan sido secuestrados de la maternidad.» En el ámbito económico, la moneda y el efectivo van camino de desaparecer para dar paso a las tarjetas de crédito y las tarjetas inteligentes. «Hoy en día, si uno va a comprar algo y la computadora rechaza la tarjeta de crédito, todavía puede pagar en efectivo —explica Icke—. Pero ¿que pasará si no hay efectivo? En caso de que el ordenador rechace la tarjeta o el microchip, uno no tiene modo de pagar. Así nos habremos convertido en robots en el sentido más amplio de la palabra. Seremos una mera extensión de un programa informático.» Quienes están a favor de realizar implantes en humanos arguyen que el proyecto ofrece otras convincentes ventajas: se podrán eliminar los pasaportes y la gente llevará encima su historial clínico completo en caso de accidente. En el Reino Unido, algunas personas ya se están realizando implantes que contienen su historial clínico. «Lo más escalofriante —según Icke— es que el microchip se puede emplear para modificar el comportamiento [humano].»
Conexión del cerebro a la computadora Según un artículo aparecido en el Sunday Times (Londres, Inglaterra, 7 de noviembre de 1997), las posibilidades de ampliar la inteligencia humana por medio de implantes electrónicos en el cerebro han aumentado en dos importantes frentes. Además de cultivar en un microcircuito de silicona las células nerviosas de una rata —muy similares a las del hombre—, un grupo de científicos ha logrado transmitir impulsos eléctricos por dichas células de tal manera que activen unos sensores dentro del chip. «Se han calificado estos avances como el crucial primer paso en el proceso de desarrollo de conexiones directas entre un ordenador y el cerebro humano. Ello podría conducir a la fabricación de prótesis a base de silicona, con un amplio espectro de aplicaciones, entre ellas dispositivos de memoria dentro de la cabeza y ojos biónicos, mediante los cuales un ciego adquiriría la vista», afirma el citado artículo del Sunday Times. Al pedírsele su opinión acerca de las últimas investigaciones, Colin Humphreys, profesor de la Universidad de Cambridge, manifestó que abría la aterradora posibilidad de que un día se ejerza control mental sobre una persona por medio de implantes de silicona.
Implantes de microcircuitos para controlar a los empleados «Muy pronto, el Papá-Estado podría vigilarnos desde adentro —advierte otro artículo del Sunday Times (9 de mayo de 1999)—. Varias multinacionales han efectuado consultas a científicos con miras a desarrollar implantes de microcircuitos para sus empleados, a fin de monitorear el cumplimiento del horario y sus movimientos dentro de la planta. »Dicha tecnología —ya probada en animales domésticos y en personas que se han ofrecido voluntariamente— permitiría a una empresa rastrear a su personal dentro de un edificio o complejo. La información derivada posibilitaría determinar los índices de eficiencia y productividad de los empleados. »Es posible que estas aplicaciones tecnológicas resulten muy atractivas a empresas con elevados costos de mano de obra, para las cuales un pequeño incremento en la productividad del personal acarrearía importantes repercusiones en las ganancias. Además es relativamente económico —apenas unas libras esterlinas por persona—, según afirma el profesor Kevin Warwick, de la Universidad de Reading. »Para una empresa son evidentes las posibilidades que ofrece esta tecnología —declara Warwick en el artículo—. Se puede saber exactamente en qué momento alguien entra a trabajar y cuándo abandona el edificio. En todo momento se sabrá dónde y con quién está.

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