miércoles, 4 de noviembre de 2009

Entra en el templo


(Descripción de una visión:) Veo un grupo de personas en un gran salón cubierto por una cúpula. Todos miran hacia arriba como si esperaran algo. Hay otras personas que andan atareadas en las naves laterales [sirviendo a Dios], pero los que se encuentran bajo la bóveda central están quietos, mirando hacia arriba. Se los ve bañados por un hermoso reflejo dorado que proviene de lo alto, y aspiran profundamente el aire celestial que desciende sobre ellos. Nos encontramos en el templo del Señor. (Oración:) Señor, ¡cuánto anhelamos cada bocanada de Tu aire celestial, que nos refresca, nos despeja, nos inspira y nos comunica visiones que nos embargan de emoción y nos vuelven locos por Ti, Jesús! La gente que anda ajetreada atendiendo sus tareas se agota, y tiene que acercarse a la cúpula para renovarse y reabastecerse. (Oración:) Ayúdanos, Señor, a ser así. Recuérdanos que no podemos seguir adelante sin la visión celestial que Tu nos das, sin un aliento de aire puro de los Cielos, sin escuchar el dulce sonido de Tu música. Simplemente nos resulta imposible proseguir sin escuchar Tu voz y sin la inspiración que recibimos al mirar hacia arriba. Si pasáramos más tiempo con el Señor, mirando a través de esa cúpula estrellada, respirando ese aire celestial y escuchando esa hermosa música, no nos preocuparíamos ni nos inquietaríamos tanto. Hallaríamos paz y reposo en nuestra alma. Nos regeneraría totalmente y nos daría renovados objetivos, inspiración, fuerzas, reposo, paz y alegría. ¿Has estado allí? ¿Te has tomado tiempo para entrar en el templo del Espíritu y guardar silencio delante de Dios? ¿Has acudido allí para tomar una bocanada de aire puro del Cielo? Si no, ¡te has perdido algo importante! Terminarás agotado, agobiado, alterado, lleno de dudas, desanimado, preocupado, inquieto. Perderás la conexión con el Señor y te quedarás sin fuerzas. No tendrás la sabiduría, ni el amor, ni la paciencia que necesitas. Todo porque no entraste en el templo para que Su Espíritu te renovara. ¿Estás muy atareado? ¿Andas con demasiadas prisas? ¿Es tu trabajo tan importante que no puedes detenerte unos minutos para recibir inspiración de lo alto, renovarte espiritualmente, descansar físicamente y llenarte del amor del Señor? Nunca llegarás a ninguna parte si no te detienes un rato debajo de la cúpula. Si no entras allí y te bañas un poco con Su luz, no reflejarás mucha sobre los demás. Haz de tu corazón un templo Lo único que tienes que hacer es buscar un momento a solas con el Señor, echar un vistazo hacia arriba, a todas Sus hermosas vistas, respirar Su aire, escuchar Su música y ver sus visiones celestiales. No tiene por qué ser a una hora fija; puedes hacerlo en cualquier instante. Puedes mirar a través de la cúpula en cualquier momento del día, donde quiera que estés y cualquiera que sea la actividad que estés realizando. Tómate unos minutos con el Señor. En cualquier momento, en cualquier lugar, puedes abandonar rápidamente las naves laterales y entrar en el templo en espíritu (Juan 4:24). ¡Mira y te sentirás revivir! ¡Mira hacia arriba! Haz de tu corazón un templo. Verás lo que Dios puede hacer en la hermosa dimensión del Espíritu. Eso sí, cuesta mucho abstraerse de todo cuando se vive asediado por las demás voces y el mundanal ruido. Puede que esas cosas sean necesarias, pero es preciso que vuelvas una y otra vez en espíritu a la rotonda para recargarte. No lograrás salir adelante prescindiendo del Señor. No llegarás a ninguna parte sin Su poder. Es posible que avances un poco, pero a menos que vuelvas y te conectes otra vez a la corriente, te irás quedando paulatinamente sin energía hasta agotarte por completo y no poder avanzar más. En las naves laterales el trabajo puede llegar a ser durísimo. Jamás tendrás las fuerzas ni la motivación ni la inspiración que necesitas para llevar a cabo la tarea si no vuelves una y otra vez a la cúpula. Él puede resolver todos tus problemas si tan solo le diriges una mirada. Es capaz de renovar todo tu espíritu si tan solo aspiras una bocanada. Puede despejarte las ideas con un solo acorde de dulce música celestial. Es capaz de disipar todos tus temores y enjugar todas tus lágrimas con un solo momento de quietud en esa perfecta paz que nos da cuando nuestro pensamiento persevera en Él, solamente en Él, porque confiamos en Él (Isaías 26:3). Basta con dirigirle a Jesús una breve mirada para que todo cobre sentido, y para que Él te ayude a hacerlo todo. ¡Entra hoy en el templo!

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