miércoles, 18 de noviembre de 2009

La jaula vaca


El día antes de la Pascua, un hombre que había salido de paseo vio a un muchachito que se dirigía hacia él portando una vieja jaula oxidada. Lo detuvo y le preguntó qué tenía en ella. —Tres pájaros —contestó—. Me los voy a llevar a casa para divertirme un rato. Los voy a molestar y sacarles las plumas para que se pongan a pelear. —Pero a la larga te cansarás de los pajaritos —dijo el hombre—. ¿Qué harás con ellos entonces? —Ah, tengo unos gatos —respondió el muchachito—. Les gustan los pájaros. Se los daré para que se los coman. El caballero enmudeció por un momento. —¿Cuánto quieres por ellos, hijo? —¿Qué? —preguntó el muchacho incrédulo—. ¿Para qué los quiere? Son pájaros de campo nada más. No cantan, y ni siquiera son bonitos. —¿Cuánto? —volvió a preguntar el hombre. El muchacho lo miró como si estuviera loco y le dijo: —Diez dólares. El hombre metió la mano en el bolsillo y sacó un billete de diez dólares. Lo puso en la mano del muchacho y tomó la jaula. En un abrir y cerrar de ojos, el muchachito desapareció. El señor llevó la jaula hasta un prado donde había un árbol. Seguidamente abrió la jaula y soltó los pájaros. Al día siguiente —el día de Pascua— les mostró a unos amigos la jaula vacía y les contó su encuentro con el muchacho y los pájaros. A continuación relató la siguiente alegoría: Cierto día, Satanás y Jesús conversaban. —Pues sí —se regodeaba Satanás—. Acabo de atrapar a un mundo entero de gente. Les tendí una trampa y los agarré a todos. —¿Qué vas a hacer con ellos? —le preguntó Jesús. —¡Me voy a divertir un rato! —respondió Satanás con impía satisfacción—. Voy a enseñarles a mentir, a engañar, a robar y a matar. ¡Me lo voy a pasar en grande! —¿Y qué vas a hacer cuando termines con ellos? —preguntó Jesús. —Los mataré — replicó orgullosamente Satanás. —¿Cuánto quieres por ellos? —indagó el Señor. —Bah, ¿para qué los quieres? No sirven para nada. Acabarán odiándote. Solo te traerán angustia y pesar, y al final terminarán por matarte. No te conviene para nada esa gente. —¿Cuánto? —volvió a preguntar Jesús. Satanás lo miró y repuso con aire despectivo: —¡Tu VIDA! —¡TRATO HECHO! Seguidamente, Jesús pagó lo convenido. • Anónimo

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