miércoles, 18 de noviembre de 2009

ORACIÓN PARA LA PASCUA


¡Qué extraordinario es Tu amor, Jesús! ¡Es indescriptible! ¡Y pensar en todo lo que estuviste dispuesto a sufrir por mí! ¡Qué alegría debiste de sentir cuando resucitaste y te diste de cuenta de que tu odisea había terminado! ¡Habías logrado la victoria! Habías cumplido Tu misión. Habías hecho posible que el mundo se salvara. Después de pasar por los horrores del Infierno y de la muerte por nosotros, todo estaba consumado. Resurgiste victorioso, feliz, libre de las ligaduras y las garras de los hombres malvados, sabiendo que nunca tendrías que volver a pasar por lo mismo y que nos habías librado a nosotros de tener que hacerlo. Ahora podemos decir como el apóstol Pablo: «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?» (1 Corintios 15:55). Al pensar en la aparente gran derrota que sufriste y en cómo se tornó en la mayor de las victorias, me lleno de asombro, de esperanza y de paz. No me cabe duda de que Tu amor me ayudará a superar cualquier tribulación a la que me enfrente, desde ahora hasta la eternidad. Amén.

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