martes, 17 de noviembre de 2009

¿Jugamos a ser Dios? Datos y reflexiones sobre la clonación humana


Últimamente nos vemos bombardeados por noticias de adelantos en materia de clonación. Además de la admiración que despiertan sobre las virtudes de la ciencia, esas noticias plantean complejos e inquietantes dilemas. ¿Es aceptable la clonación desde el punto de vista ético y moral? ¿Superan los beneficios a los riesgos? ¿El fin justifica los medios? ¿De qué forma podría alterar la clonación el significado intrínseco de la condición humana? ¿Cómo ve Dios todo esto?
El debate en torno a la clonación El término clonación es muy común en ámbitos científicos. Se refiere simplemente al hecho de hacer una copia de algo. Un científico que hace una copia idéntica de una cadena de ADN, por ejemplo, lo describiría como una clonación. Eso no implica ningún problema desde el punto de vista moral. La polémica surge en torno a la reproducción de formas de vida avanzadas por medio de la clonación, sobre todo cuando se trata de investigaciones conducentes a la clonación de seres humanos.
El proceso de clonación La clonación de seres humanos eludiría el proceso tradicional de reproducción, en el que el esperma masculino fertiliza el óvulo femenino. En lugar de dicho proceso, se crearía una persona a partir de un embrión obtenido transplantando el núcleo —la parte que contiene el ADN— de una célula procedente de un hombre o de una mujer a un óvulo femenino al que se le habría retirado el núcleo. Así, en vez de producir un niño cuyo ADN es una combinación del de sus padres, éste sería —al menos en teoría— una copia idéntica del original. (En teoría, ya que hasta el momento los intentos de clonar animales han exhibido una altísima incidencia de anormalidades.)
Hitos de la clonación hasta la fecha 24 de febrero de 1997: Los investigadores del Instituto Roslin de Escocia anuncian la reproducción exitosa de una oveja llamada Dolly a partir del ADN de una sola célula de una oveja adulta. Julio de 1997: Los científicos británicos creadores de Dolly clonan al cordero Polly, que contiene genes humanos. Albergan la esperanza de clonar manadas enteras de ovejas idénticas que produzcan proteínas humanas para uso médico. Diciembre de 1997: La revista Science declara la clonación de Dolly el avance científico más destacado del año. Febrero de 2002: Investigadores japoneses que clonaron una docena de ratones informan que prácticamente todos los animales murieron prematuramente. Surgen dudas acerca de los peligros de la clonación. El mismo mes los científicos informan que los ratones clonados se tornaron obesos. Febrero de 2002: Científicos de la Universidad A&M de Texas afirman haber clonado un gato doméstico y presentan un minino de dos meses apodado cc, sigla que en inglés significa calco o copia exacta. Mayo de 2002: El especialista en fertilidad Panayiotis Zavos informa a una comisión del Congreso de EE.UU. que «el año 2002 será el de los clones» y afirma que está trabajando para producir un clon humano en el curso del año. Insta al Congreso a no declarar ilegal la clonación a fin de que pueda ser regulada. 14 de febrero de 2003: Dolly, de seis años, es sacrificada por padecer una enfermedad pulmonar degenerativa, algo que normalmente sólo ocurre en animales del doble de su edad.
Lo que no nos dicen los titulares Pese a los titulares sensacionalistas y a las fotos de la oveja Dolly y de otros clones de vacas, cerdos, cabras y ratones, un alto porcentaje de clones de animales nacen muertos y con anormalidades monstruosas. Dado que los fetos clonados suelen ser del doble del tamaño de uno normal, sus abotagadas madres sufren penosos abortos y a veces ellas mismas mueren. La mayoría de los clones que sobreviven al parto mueren antes de llegar a la madurez, o bien sufren graves trastornos de salud más adelante. (La oveja Dolly sufría una artritis severa, tal vez relacionada con el hecho de que era un clon.) No hay motivos para pensar que no surgirán complicaciones similares al clonar seres humanos.
Tres reflexiones bíblicas Hay cosas que no necesitamos saber. En el principio Satanás tentó a Eva en el huerto del Edén diciéndole: «El día que comáis [del árbol del bien y del mal] [...] seréis como Dios» (Génesis 3:1-6). Hasta el día de hoy, esa ha sido una de las tentaciones más eficaces de Satanás. La ciencia se halla sentada al pie del árbol del bien y del mal, tomando de su fruto. El peligro es que parte de ese fruto es bueno y parte malo, parte beneficioso y parte diabólicamente nocivo.
Así como los avances tecnológicos de las últimas décadas nos han acercado al abismo de la autodestrucción mediante bombas, misiles y otras armas de gran eficacia, los adelantos en materia de ingeniería genética y clonación son una espada de dos filos: por un lado prometen una mejor calidad de vida, pero por el otro crean problemas que ni la ciencia ni la sociedad están preparadas para resolver.
La vida y el Dador de vida: «Creó Dios al hombre a Su imagen» (Génesis 1:27). En esencia, los defensores de la clonación se proponen usurpar el papel de Dios y convertirse en creadores y dioses haciendo su prole a su imagen y semejanza. Fuimos creados para amar y respetar a nuestro Creador, no para pretender convertirnos en creadores. Quienes están abocados a la clonación humana se entrometen en asuntos que solo le competen a Dios. Lo peor de todo es que lo hacen desprovistos de Su poder y de Su amor. La idea de que pueden mejorar el designio o plan divino es el colmo de la arrogancia y la osadía.
«Dios formó al hombre [...] y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente» (Génesis 2:7). Únicamente Dios tiene el derecho de crear un alma humana y solo Él tiene el poder de conceder la vida eterna. La vida proviene exclusivamente del Dador de vida; y la vida eterna sólo se obtiene reconociendo el poder salvador de Cristo, no intentando inmortalizarnos por medio de duplicaciones de nosotros mismos (Juan 3:16, 1:12; Apocalipsis 3:20).
El nexo con el Tiempo del Fin: La Biblia dice que «en los postreros días vendrán tiempos peligrosos», y que «los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados», los cuales «siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad» (2 Timoteo 3:1,13,7). Cada avance que se logra en materia de clonación nos acerca a la meta de convertirnos en pequeños dioses y nos aleja de la verdad divina.


La ingeniería genética y la clonación son una espada de dos filos: por un lado prometen una mejor calidad de vida, pero por el otro crean problemas que ni la ciencia ni la sociedad están preparadas para resolver.

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