martes, 17 de noviembre de 2009

La ciencia de la oración


Una ley de Mi Espíritu determina que tus oraciones sean eficaces. En efecto, mueven Mi mano y obran en la vida de aquellos por quienes oras. La oración pone de manifiesto tu fe en Mí, tu fe en que daré las soluciones, te enseñaré el camino, obraré en la vida de las personas y, de ser necesario, hasta haré lo imposible. La oración también demuestra que dependes de Mí y que eres consciente de que me necesitas. Eso me complace grandemente. La oración es además el medio por el que te otorgo Mis bendiciones. Obro por medio de las plegarias que elevas hacia Mí y también de las oraciones tácitas de tu corazón. No obstante, cuando expresas verbalmente tu súplica manifiestas tu fe de un modo más patente. Con ello me glorificas y reconoces que soy Yo quien obra los milagros, quien provee para tus necesidades, quien te ampara y te guía. Cuando oras, actúas en la dimensión de la fe, donde nacen los milagros. Tus oraciones son muy poderosas, aunque nadie más me pida lo que tú me pides. No tienes por qué sentir ese poder; las sensaciones son lo de menos. El poder está en el espíritu de la oración, y es de carácter sobrenatural. Las oraciones siempre surten efecto. Cuando oras, ocurren ciertas cosas en el mundo espiritual que después repercuten en la Tierra. Apenas oras, nos conectamos en espíritu, y Yo comienzo a obrar lo que está únicamente a Mi alcance, aunque tú no veas la respuesta. Puede que no siempre te dé lo que pides o esperas, pero prometo contestarte conforme a lo que Yo sé que es mejor. Respeto tus oraciones y me comprometo a responder a cada una de ellas. Es una ley espiritual que al orar das inicio a un proceso sobrenatural y provocas una sucesión de acontecimientos. En cambio, si no oras, eso no ocurre. Cuanto más ores por todo, más puedo obrar por ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario