jueves, 19 de noviembre de 2009

¿Es cierto que hay gente que lo tiene todo?


¿Por qué da la impresión de que algunas personas llevan vidas de ensueño? Tienen magnífica presencia, gozan de estupenda salud, poseen grandes habilidades y están siempre rodeadas de amigos. Mejor dicho, lo tienen todo, mientras que otros por lo visto adolecen de un sinfín de defectos y no hacen más que tropezarse con problemas.Con frecuencia a primera vista no parece justo o equitativo que haya algunos privilegiados y otros desfavorecidos. Sin embargo, mucho de lo que sucede en la vida de una persona queda oculto a los ojos de los demás. Según las sabias palabras del rey Salomón registradas en la Biblia, «Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» (Eclesiastés 3:1). No todos pasan por las mismas dificultades al mismo tiempo; pero a la larga, a todo el mundo le toca su porción. Ninguna vida alcanza su plenitud sin un toque de sufrimiento, pesar y contrariedades. Dios dispone que todas las personas se enfrenten a algunas dificultades para enseñarles a superar obstáculos. Quiere que lleguemos hasta el punto en que, agotados todos nuestros recursos, ya no podamos más y acudamos a Él. Así descubrimos Su enorme poder. Pero para llegar a ese punto hay que estar muy desesperado, lo cual suele ser consecuencia de grandes dificultades. Por eso, si al observar a alguien te parece que la suerte lo ha favorecido, ten la seguridad de que esa persona tiene también su cuota de aprietos y apuros, o los tendrá en algún momento. También es importante recordar que Dios suele ver las cosas desde una óptica distinta de la nuestra. A nosotros nos parece que una persona es más favorecida por el hecho de tener una vida fácil y sin preocupaciones, con menos contratiempos, dolencias, etc. Sin embargo, las bendiciones divinas muchas veces vienen camufladas como estorbos y reveses. Él prefiere que tengamos una vida plena a una vida fácil. Desea que nuestra existencia sea rica en fe, en profundidad espiritual, comprensión, amor abnegado, fuerza interior y ternura. Todos esos tesoros espirituales derivan de una relación íntima con Él y suelen ser el fruto de intensas pruebas y sufrimientos o de haber superado grandes dificultades. ¿Preferirías tenerlo todo a costa de las sublimes bendiciones divinas?

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