martes, 17 de noviembre de 2009

El pago


Cuando los aliados liberaron el campo de concentración de Ravensbrück al término de la Segunda Guerra Mundial, se encontró un pedazo de papel de envoltorio en el que una prisionera había garabateado las siguientes líneas: Señor, no te acuerdes solamente de los hombres y mujeres de buena voluntad, sino también de los de mala voluntad. Pero no te acuerdes de todo el sufrimiento que nos han infligido; acuérdate de los frutos que se han producido en nosotros gracias a ese sufrimiento: nuestra confraternidad, nuestra lealtad, nuestra humildad, nuestro valor, nuestra generosidad, la magnanimidad que ha brotado de nuestro corazón a raíz de todo esto. Y cuando les llegue la hora del juicio, que todos los frutos que dimos sean su perdón.

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