martes, 10 de noviembre de 2009

El mensaje de un dulcero


Un repostero del estado norteamericano de Indiana deseaba confeccionar un caramelo que representase el mensaje de Dios a la humanidad. A tal objeto, creó el bastón de caramelo típico de la Navidad. En tan sencilla forma, incorporó varios símbolos del nacimiento, ministerio y muerte de Jesucristo. Comenzó con una barra de caramelo puro, macizo y de color blanco, simbólico de que el Señor nació de una virgen y que en Su naturaleza no hubo pecado. La dureza era señal de la fe y las promesas de Dios, firmes como una roca. Dio al caramelo forma de jota en alusión al precioso nombre de Jesús, que descendió al mundo para salvarnos. También podía ser alegórico del cayado del Buen Pastor, en el cual se apoyó Él para bajar a los barrancos de este mundo y rescatar a los corderos que se han despeñado. El dulcero añadió entonces cuatro franjas rojas al bastón. Las tres más delgadas simbolizarían las llagas infligidas a Cristo por los azotes. La otra, de trazo bastante más grueso, era alusiva a la sangre que derramó colgado de la cruz en promesa de vida eterna. Si bien en muchos países el bastón de caramelo se ha constituido en uno de los rasgos distintivos de las Navidades, pocos conocen el simbolismo que tuvo en sus orígenes. Nos sirve de recordatorio del milagro que representa la venida de Cristo y el inmenso amor que nos trajo, el cual sigue siendo la fuerza preponderante del universo, la más sublime y positiva de todas.

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