martes, 24 de noviembre de 2009

Diez remedios para los males económicos


En estos momentos me enfrento a fuertes presiones monetarias. El mercado anda muy decaído, y he perdido buena parte de los ingresos que me ayudaban a pagar cuentas y saldar deudas. He pedido auxilio a Dios, pero ¿habrá algo más que debo hacer para seguir recibiendo Sus bendiciones económicas? Lo más importante que debes entender es que Dios te ama y se preocupa por ti. Si lo has aceptado como tu Padre, no te va a defraudar. Él anhela proporcionarte todo lo que necesites. «Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Filipenses 4:19). «Deléitate asimismo en el Señor, y Él te concederá las peticiones de tu corazón» (Salmo 37:4). Por otra parte, en la Biblia nos explica claramente que para hacernos acreedores a todo lo que nos tiene reservado, debemos cumplir ciertos requisitos. Aquí tienes 10 recomendaciones:
1. Conducirte rectamente, tanto en el terreno personal como en el de los negocios. Las bendiciones de Dios son condicionales. «Buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33). «Vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz del Señor tu Dios» (Deuteronomio 28:2). 2. Diezmar. Cuando entregamos a Dios al menos el 10% de nuestros ingresos en forma de diezmos y ofrendas para sufragar los gastos de quienes se dedican a Su obra, podemos tener la confianza de que Él «derramará sobre nosotros bendición hasta que sobreabunde» (Malaquías 3:10). 3. Practicar la generosidad. Dios premia la generosidad, que demos para los necesitados, para buenas causas, para las personas que sirven a Dios, por encima de nuestro diezmo. «Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre» (2 Corintios 9:7). «Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo» (Lucas 6:38). 4. Alabar y dar gracias al Señor por lo que ya tienes. Tanto si Dios provee para tus necesidades por medio de tu trabajo como si prefiere hacerlo por vías insospechadas, en últimas es Él el que te otorga bendiciones y provisión. A Él le gusta que le reconozcamos eso y se lo agradezcamos. Y si ve que le estamos agradecidos de verdad y lo alabamos por todos los favores y bendiciones ya concedidos, siempre que nos haga falta gustoso nos dará más. «Ofrezcamos siempre a Dios sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan [dan gracias a] Su nombre» (Hebreos 13:15). «Dad gracias en todo» (1 Tesalonicenses 5:18). 5. Pedir. Esto puede parecer obvio, pero a veces no tenemos porque no pedimos (Santiago 4:2). Debemos ser explícitos en los pedidos de ayuda económica que hagamos a Dios. Exponle exactamente lo que necesitas. Esto a veces significa tener la humildad de pedir ayuda a otras personas si es preciso. 6. Administrar prudentemente lo que tienes. Conviene recordar que todo lo que poseemos nos lo ha otorgado Dios; no somos más que administradores de Sus bienes. «Se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel» (1 Corintios 4:2). 7. Vivir de forma sencilla, con arreglo a tus ingresos. Un buen administrador es ahorrativo, practica la moderación y evita el derroche. No gastes dinero que no tienes en cosas atractivas pero no indispensables. Contraer deudas pensando sólo en el presente, con la esperanza de que mañana lograrás pagar lo adeudado, puede llevarte a la ruina. 8. Ajustarte a un presupuesto. Una de las mejores maneras de administrar el dinero es ajustarse a un presupuesto. «La mano negligente empobrece; mas la de los diligentes enriquece» (Proverbios 10:4). 9. Tener fe en que Dios suplirá todo lo que te falte. Mucha gente concentra sus energías en lo que ella misma puede hacer. Esto con frecuencia se debe a una falta de confianza en la ayuda divina. «Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan» (Hebreos 11:6). Si bien es cierto que uno mismo tiene que ayudarse, hay que confiar en que Dios se hará cargo del resto, de lo que a uno le resulta imposible. «He aquí que Yo soy el Señor, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para Mí?» (Jeremías 32:27). 10. Persistir en oración. A veces Dios permite que pasemos aprietos económicos por los mismos motivos por los que nos deja experimentar otras dificultades: para que nos acerquemos a Él, lo incluyamos más en nuestras actividades cotidianas y aprendamos a depender más de Él. Cuando hacemos todo lo que está en nuestras manos y aun así padecemos carencias, lo más probable es que Él quiera que dependamos más de Él. Se lo podemos demostrar orando con toda el alma. Si rogamos de todo corazón, Dios promete actuar en nuestro favor. «Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón» (Jeremías 29:13).

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