miércoles, 18 de noviembre de 2009

Dar en el blanco


Cuando estaba en el ejército hacíamos prácticas de tiro en el polígono. Algunos de los blancos que nos ponían eran móviles. Otros aparecían y desaparecían repentinamente. Había compañeros que se daban tanta prisa en disparar por temor a que desapareciera el blanco, que fallaban el tiro. Se ponían nerviosos y apretaban el gatillo con tanta fuerza y rapidez que sacudían toda el arma y erraban el blanco. Yo en cambio me lo tomaba con calma: apoyaba el codo firmemente, sujetaba el fusil con seguridad, apuntaba con precisión y apretaba despacio el gatillo. Esperaba hasta estar seguro de que daría en el blanco y entonces disparaba. Llegué a dominar tan bien esa técnica que me volví un tirador de primera, que acertaba 9 de cada 10 tiros en competición. No me precipitaba, pero tampoco me olvidaba por completo de disparar. Me tomaba un tiempo prudencial para apuntar con precisión y apretar el gatillo con calma, sin prisas. Si no actúas con calma y sin prisas, desatinarás el tiro. No vayas a errar lo que Dios tiene para ti, que además es lo que Él sabe que a la larga te proporcionará más felicidad. No vayas a quedarte corto en cuanto a lo que Dios sabe que puedes ser o quiere que logres. Si te parece que no estás obrando con tino en la vida, o que andas cometiendo desaciertos porque no has hallado el blanco, no es demasiado tarde. Dios desea tanto como tú que te sientas realizado. Si le pides que te haga patente el blanco de Sus designios para ti, Él te lo señalará. Puede que te venga en forma de revelación repentina o tal vez que te lo vaya indicando poco a poco; pero si se lo pides, te responderá (Mateo 7:7,8). Luego, si mantienes la vista fija en el blanco, y el corazón, la mente y todas tus energías apuntando en la dirección debida, Él te ayudará a acertar en el centro de la diana.

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