martes, 10 de noviembre de 2009

Comprendo


Comprendo las pruebas a las que se ven sometidos los corazones de los hombres, la impotencia, el desaliento y la desesperación que los embarga. Comprendo lo que significa renunciar a un ser querido, pues Yo tuve que renunciar primero a Mi Padre para emigrar a la Tierra, y luego a los que tanto quería para retornar a Mi Padre. Sé además cuánto duele que te traicione alguien a quien amas, como me traicionó Mi amigo Judas con un beso. También comprendo el temor que invade el alma ante un suceso inminente. Por eso dije: «Padre, pase de Mí esta copa». Comprendo lo que es sentirse ridiculizado y vilipendiado, pues Yo también sufrí eso. Comprendo el dolor: grité de dolor cuando los clavos me atravesaron las manos y los pies. Comprendo lo que es sentirse abandonado: Yo mismo me sentí así cuando me dejaron Mis amados, los cuales también me amaban a Mí. Por un momento incluso pensé que Mi propio Padre me había abandonado. Aunque Mi Padre no dejó que pasara de Mí esa copa, aunque me traicionó uno a quien Yo amaba, aunque vi cómo huían de Mi lado Mis amados en la hora de Mi angustia, aunque me dieron muchos azotes, aunque los clavos me atravesaron las manos y los pies y tuve la sensación de que Mi Padre me abandonaba, aunque sufrí una muerte atroz, angustiosa, que parecía una derrota ignominiosa, todo ello trajo aparejadas una gran victoria y una magnífica salvación, una portentosa resurrección que alteró el curso de la Historia por la eternidad. Morí para salvarte; pero todo lo demás lo padecí para comprenderte mejor.

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