lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Cómo puedo obtener fe para curarme?


La fe para curarse se obtiene del mismo modo que la fe para otras cosas: leyendo y absorbiendo la Palabra de Dios. «La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios» (Romanos 10:17). Si lees la Palabra con un corazón abierto y receptivo —y como dijo Jesús, haces que te penetre bien en los oídos (Lucas 9:44)—, tu fe aumentará automáticamente. Es una ley de Dios, tan inobjetable como la de la gravedad. Por eso, si te sientes débil espiritualmente y no tienes mucha fe en que Dios pueda curarte, es probable que se deba a un desconocimiento de Su Palabra. Estás flojo en fe porque estás flojo en la Palabra. El Señor nos ha hecho preciosas y grandísimas promesas en la Biblia (2 Pedro 1:4), algunas de las cuales tratan específicamente sobre la curación. Léelas, estúdialas, grábatelas y absórbelas hasta lo más hondo de tu alma. Luego, cuando vayas a pedir por alguien o por ti mismo, recuérdale esas promesas al Señor. Él puede sanarte, pero tú tienes que hacer la parte que te corresponde. Es preciso que le tomes la palabra. ¡Cree Sus promesas, exígele que las cumpla y dalo por hecho! La fe que te hace falta para alcanzar milagros de curación y obtener respuestas a todas tus demás oraciones proviene de la Palabra. Léela con una actitud de oración. Pide a Dios que fortalezca tu fe, y Él lo hará. Reproducimos a continuación algunas de las numerosas promesas de Dios que están escritas para cada uno de nosotros: Hebreos 13:8. Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. Éxodo 15:26. Yo soy el Señor tu sanador. Deuteronomio 7:15. Quitará el Señor de ti toda enfermedad. Salmo 34:19. Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará el Señor. Jeremías 30:17. Yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas. Jeremías 32:27. He aquí que Yo soy el Señor, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para Mí? Malaquías 4:2. A vosotros los que teméis Mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en Sus alas traerá curación. Santiago 5:15. La oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará. Próximamente... La Biblia dice: «Hay quienes reparten, y les es añadido más; y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; y el que saciare, él también será saciado» (Proverbios 11:24,25). Es natural preocuparse antes que nada de uno mismo; pero Dios quiere que pensemos primero en los demás. Desea que compartamos con ellos nuestras posesiones. Cuanto más lo hacemos, más nos da Él a cambio. ¡Haz la prueba! Verás que dar no es ningún sacrificio, sino más bien una inversión que proporciona altísimos rendimientos. Si quieres averiguar lo que opina Dios de la generosidad y lo rentable que es Su plan económico, no te pierdas el próximo número de Conéctate.

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