miércoles, 11 de noviembre de 2009

Cómo interpretar las profecías de la biblia 2ª parte


«Usando bien la Palabra de verdad» (2 Timoteo 2:15).
¡A Dios le gustan los misterios! Los profetas observaban el futuro y veían los acontecimientos venideros como una serie de cadenas montañosas localizadas una detrás de otra. Solo les era posible divisar claramente los picos; los valles entre las mismas estaban casi totalmente ocultos. Es decir, no siempre lograban distinguir entre un acontecimiento y otro, del mismo modo que dos o tres cadenas montañosas, situadas una detrás de otra, desde cierta distancia pueden dar la impresión de ser una sola. En el momento, a los profetas normalmente no les quedaba muy claro el orden y la cronología de los sucesos futuros. Sin embargo, a otras personas se les fueron esclareciendo a medida que fueron teniendo lugar. Lo mismo ocurrirá con los que aún no distinguimos bien. Muchos son los misterios que Dios no nos ha revelado ni nos revelará hasta el momento señalado. Muchos de los profetas que recibieron las revelaciones registradas en la Biblia nunca se dieron a la tarea de explicarlas, en la mayoría de los casos porque no las entendían. Por ejemplo, en cierta ocasión el profeta Daniel quedó tan perplejo con lo que el Señor vaticinó por medio de él que afirmó que el solo hecho de pensar en ello lo turbaba (Daniel 7:28). Quedó completamente desconcertado. Dios dice: «Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos Mis caminos. [...] Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos, y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos» (Isaías 55:8-9). ¿Cómo podemos, pues, comprender con nuestra limitada mente todos los misterios divinos en torno al futuro? Sin embargo, poco a poco el Señor arroja un poco más de luz sobre los acontecimientos del Tiempo del Fin. El sol no aparece de golpe en el cielo matutino. Primero hay un largo período de madrugada, y poco a poco aumenta la luz hasta que empieza a asomar el sol. Y después todavía se demora un rato más hasta hacerse visible del todo. Con esa misma calma y lentitud nos revela Dios la interpretación de las profecías de la Biblia.
¿Hacemos bien en teorizar? No vale la pena pretender fijar con mucha precisión todos los sitios, personajes y acontecimientos futuros, y la forma en que estos últimos se producirán; pero al menos debemos familiarizarnos con los hechos más relevantes del Tiempo del Fin. Sí conviene ponerle un poco de cabeza y oración a estos asuntos para tratar de descubrir cuándo podrían materializarse, ya que ello nos permitirá reconocerlos cuando se cumplan. El estudio de las profecías de la Biblia es semejante a los experimentos que realiza un científico en un laboratorio. Uno comienza planteándose interrogantes. (Si no tenemos claras las preguntas, ¿cómo vamos a hallar las respuestas?) Luego explora diversas posibilidades con miras a arribar a las conclusiones acertadas —o al menos a las probables conclusiones acertadas— por medio de un proceso de eliminación. Se pueden formar teorías sobre el significado de diversas profecías de la Biblia por el proceso de deducción y eliminación. Es posible que no demos con todas las respuestas acertadas, pero eso es mejor que no plantearse nada ni tratar de descubrir nada. ¿Hasta qué punto conviene entrar en detalles? Yo no soy muy partidario de entrar en mucho detalle. Son muchos los predicadores y estudiosos de la Biblia a los que se acusó de falsos profetas porque sus predicciones o interpretaciones en torno a ciertos detalles no se cumplieron. Los únicos detalles de los que podemos tener certeza son los que Dios ha revelado explícitamente en Su Palabra, como por ejemplo, que la Gran Tribulación va a durar tres años y medio, o 42 meses, o 1260 días (Daniel 12:7; Apocalipsis 11:12; 11:3). En este momento no sabemos el tiempo ni el lugar precisos en los que se producirán la mayoría de los acontecimientos del Fin de los Tiempos. Estamos al tanto de las generalidades. Cuando empiecen a cumplirse los sabremos con mayor exactitud. Algunos fanáticos de las profecías se han pasado de la raya por pretender dilucidar todos los detalles —los días, las horas y los minutos— cuando en realidad es pronto para eso. Si uno se enfrasca mucho en los detalles, corre el riesgo de cometer cantidad de errores y perder mucho tiempo. Cuando llegue la hora lo sabremos. Sólo el tiempo lo dirá. Hay que tener paciencia, pero a la vez mantenerse a la expectativa de los indicios y señales que vayan asomando. Cómo comprobar la exactitud de una interpretación Una cosa sí se puede tener por segura acerca de las profecías: que al cumplirse, su significado se hace patente. Lo dijo Jesús: «Os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis» (Juan 14:29). El Señor incluyó todas esas profecías en la Biblia para nuestra edificación. Algunas tienen por objeto darnos a entender el plan divino para el futuro, a fin de prepararnos debidamente. Otras —las que no entendemos a cabalidad al presente— son para infundirnos fe e instruirnos más adelante, cuando veamos y palpemos su cumplimiento. En ese momento cobraremos ánimo al saber que el Señor está al control de todo y que está sucediendo tal como Él lo predijo. Además sabremos en qué punto estamos de la cronología del Tiempo del Fin. Cuando yo viajaba en tren siempre llevaba un itinerario para saber exactamente dónde me encontraba a cada momento. Naturalmente, el tren no siempre era puntual; pero cada vez que entraba en una estación, yo sabía si estábamos atrasados. Los letreros de las estaciones me indicaban mi ubicación exacta, y yo podía hacer los ajustes del caso en el horario. Si nos familiarizamos con los principales paraderos que hay dentro de la sucesión de acontecimientos del Tiempo del Fin dispuesta por el Señor, cuando arribemos a cada uno de ellos sabremos en qué punto del tiempo nos encontramos y cuánto nos falta para llegar a destino. Reconoceremos las «señales de los tiempos» (Mateo 16:3), nos acordaremos de las Escrituras y cobraremos ánimo. (Continuará.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario