viernes, 27 de noviembre de 2009

Cambian el mundo desde su lugar de trabajo


Tajana Bandera (Rijeka, Croacia) Soy dentista. Mucha gente llega a mi consultorio todos los días. Es sorprendente cuántos de mis pacientes desahogan sus penas conmigo ni bien entran. Necesitan hablar con alguien, les hace falta ser escuchados. Procuro satisfacer esa necesidad prestándoles oído, y después trato de reconfortarlos y levantarles el ánimo. Naturalmente, Dios está en mucha mejor situación de resolver sus problemas que yo. Por eso siempre trato de incluirlo en la conversación. Por ejemplo, si me cuentan que alguien de su familia está enfermo, los consuelo diciéndoles que Dios es el mejor médico que hay y les menciono casos en que sanó a alguien. También les cuento situaciones en que he sido testigo de cómo el Señor prestaba asistencia a alguien o transformaba su vida. A veces me asalta una idea: «¿Y si esta persona no me cree o se niega a aceptar lo que le digo?» Cuando sucede eso, me recuerdo a mí misma que de todos modos debo empeñarme en ayudar y dar ánimo a los demás, independientemente de lo que piensen. Estoy convencida de que los dones que Dios nos concede no son únicamente para nuestro propio beneficio, sino para ayudar a los demás, y que Él me ha dado el don del aliento. Aunque en muchos casos no sé qué efecto surten mis esfuerzos, la gente no deja de venir a contarme sus cuitas; así que seguiré haciendo todo lo posible por ayudar. Djurdjica Ahac(Rijeka, Croacia) Después que los integrantes de La Familia Internacional me hablaron del amor de Dios y vi cómo lo vivían cotidianamente, he tratado de hacer lo mismo. Soy dueña de una peluquería y trabajo allí todos los días; así que tengo contacto con muchas personas. He descubierto que soy capaz de entender sus necesidades. Procuro hablarles de Jesús y darles a conocer Su amor para ayudarlas a resolver sus problemas. Aunque mi propia vida no está exenta de dificultades, se ha enriquecido mucho desde que conocí al Señor y Su amor. Por eso quiero ayudar a otros a descubrir esa misma riqueza, no solamente por su propio bien, sino para que puedan mejorar también su hogar, su familia y su entorno. Hoy en día es difícil encontrar un lugar donde uno sea algo más que un número y se sienta valorado como persona. Procuramos que nuestra peluquería sea uno de esos lugares. El clima que se ha generado en ella es verdaderamente cálido. No discutimos, ni chismorreamos, ni nos quejamos, y la gente lo advierte. Siempre me ha gustado mi trabajo, pero nunca imaginé que podría sentirme aún más realizada con mi profesión ayudando espiritualmente a la gente. Lili Bacek (Caorle, Italia) Tras un largo período en que estuve enferma y tuve que someterme a tratamiento médico, mi esposo empezó a verme más como un problema que como una persona a quien amaba y que necesitaba su ayuda, y encontró el modo de librarse del problema entablando una relación con otra mujer. Al cabo de 22 años de casados, nos divorciamos, vendimos la casa que estábamos construyendo, y yo me mudé con mis dos hijas a un departamento prestado hasta que me recuperé. Unos amigos me ofrecieron formar parte de una sociedad a través de la cual iban a abrir unas boutiques, pero en 24 horas me robaron el poco dinero que me quedaba. Le rogué a Dios que me rescatara o me llevara al Cielo. Unos días antes, dos integrantes de La Familia Internacional habían visitado mi tienda. Les había comprado uno de sus discos compactos y había rezado con ellos para aceptar a Jesús en mi corazón. Cuando mi mundo se derrumbó, los llamé y quedé en volver a verlos. Presentí que tenían algo que el mundo no podía ofrecerme. Entonces comenzó mi transformación total. Estudié con ellos la Palabra de Dios y aprendí a comunicarme con Él por medio de la oración. Todos mis temores se fueron disipando. Me mudé de Croacia a Caorle, un pueblito pesquero de Italia donde trabé amistad con un hombre a quien di a conocer al amor de Jesús. Su vida también sufrió una transformación. Más tarde abrimos un restaurante juntos. Entonces descubrí que las personas más necesitadas no son las que carecen de bienes materiales, sino las que a pesar de gozar de aparente éxito están faltas de esos ingredientes que hacen que la vida tenga sentido. Nuestro restaurante es un lugar donde pueden venir a renovarse física y espiritualmente.

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