lunes, 2 de noviembre de 2009

¿Ayudará Dios?


Oraron para que Jesús me sanara… ¡y Él respondió!
Pedro tiene 31 años, está casado y tiene una hija. Aunque goza de buena posición social —es director de seguridad de una importante empresa— y tiene un hogar feliz, sufría el suplicio de una enfermedad incurable. Pero eso cambió un día que dos amigos le llevaron palabras de fe. Él mismo nos cuenta lo sucedido: Tras dos años de mareos repentinos, cansancio constante y un apetito insaciable, me dieron el diagnóstico definitivo: padecía de hipoglucemia, una enfermedad del páncreas que se considera incurable. Los aquejados deben someterse a una dieta muy estricta. Los períodos críticos originados por mi estado de salud eran largos y me desgastaban mucho. Toda actividad me resultaba difícil, pero echarme a descansar tampoco me servía de mucho: cuando lo hacía me daba una sensación de ahogo. Tenía que tomar montones de remedios, que de todos modos no evitaban los ataques recurrentes que sufría. Así discurrió mi vida durante cinco años. Un día recibí la visita de Emilio y Silvana. Había conocido a estos misioneros un año antes, cuando me hablaron de Jesús de una forma muy alegre. Andaban muy atareados demostrando a los demás que los cristianos debieran ser personas joviales y activas, y no gente triste y deprimida, que se pasa la vida rezando por ella misma y haciendo poco o nada por sus semejantes. Ese día me desahogué con Emilio y Silvana y les conté de mi enfermedad. Ellos pidieron a Jesús que me curara, ¡y Él respondió! Han transcurrido ya diez meses desde que el Señor me curó. Desde entonces, no he vuelto a tener un solo síntoma de hipoglucemia. Estoy muy agradecido por lo que Dios ha hecho por mí: sanarme después de tantos años de indisposición. El amor que me ha demostrado con ello me motiva a seguirlo más de cerca y vivir más unido a Él cada día que pasa.
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