miércoles, 18 de noviembre de 2009

Ángeles navideños


Para los cristianos, todos los días pueden ser Navidad. Jesús nos prodiga Su amor cada día del año. Lamentablemente, no es así para mucha gente desdichada que aún no ha descubierto el verdadero sentido de la celebración. Hay muchas personas perdidas, que sufren de soledad, opresión, debilidad y agotamiento. Algunos son débiles físicamente; otros anímicamente; y otros en cuerpo, mente y espíritu. Hay quienes viven pisoteados: los pobres, los perseguidos y los hambrientos, las víctimas de la guerra, el crimen y la explotación, la gente a la que nadie quiere y por la que nadie se preocupa, que posee poquísimos bienes de este mundo y carece hasta de lo más esencial. Por otra parte, están los que sí poseen bienes materiales y que a los ojos de los demás gozan de una situación privilegiada, pero que andan desorientados y son prisioneros solitarios de sus propios intereses egoístas. Son gente agobiada, apesadumbrada por los problemas, el estrés, los temores y las fobias. Hay quienes llevan una sonrisa en el rostro, mas sufren por dentro; quienes se encuentran sumidos en un mar de vaciedad; quienes sienten dolor, rencor y remordimiento; quienes están atormentados por su pasado, y quienes temen al futuro. El mundo actual está lleno de gente perdida y desesperanzada. Me recuerda lo que decía una vieja canción de los Beatles: «All the lonely people, where do they all come from? (¿De dónde viene toda esa gente solitaria?)» Pues te diré por qué hay tanta gente así: es por el modo de vida egoísta que impera en el mundo actual. Toda la gente que sufre de soledad, los perdidos y los desamparados, son fruto de una sociedad en la que cada cual se preocupa de sus necesidades y no se interesa en absoluto por las de los demás. A eso se debe que haya tanta gente solitaria: es víctima de una sociedad en la que prima una competencia brutal; es fruto de llevar por mucho tiempo una vida desatinada; es consecuencia de las doctrinas del Diablo, de hacer cada uno lo que le da la gana y buscar lo suyo. A eso se debe tanta soledad. Toda esa gente afligida de soledad es producto de un mundo que ha olvidado a su Creador. Son víctimas. Son la lamentable consecuencia de vivir al margen del amor. Más tinieblas Cada vez hay más tinieblas y más frialdad, y mucha gente se da cuenta de ello. Puede que no lo entienda y que no siempre quiera reconocerlo; no obstante, es un hecho. El sol se está poniendo, está oscureciendo, y el mundo busca un rayo de esperanza, un haz de luz. Cantidad de sucesos han dejado perplejas a las naciones. ¿Por qué pasa esto y aquello? ¿Por qué hay tanto dolor y contiendas? ¿Por qué la matanza de los inocentes? ¿Por qué tantas dificultades y pesares? La gente se plantea esos interrogantes. Y quienes edificaron sobre la arena o no construyeron sobre ningún cimiento, no hallan respuestas. Nunca ha tenido el mundo tal sed de amor auténtico y legítimas soluciones. Me recuerda el conocido villancico Noche gloriosa: «Noche gloriosa de cielos estrellados en que nació nuestro buen Salvador. Yacía el mundo sumido en el pecado; al llegar Él, puso fin al dolor...» Nunca en la Historia ha habido una época de tanto pecado y dolor. Se habla de avances y del mejoramiento de la humanidad —medicina de vanguardia, adelantos tecnológicos, nuevos inventos, formas de gobierno perfeccionadas para labrar un mundo mejor—, se habla de progreso, cuando en realidad el mundo vive una verdadera regresión. ¡Mira a tu alrededor, es innegable! No te dejes embaucar. Hoy en día la gente vive sumida en el pecado, angustiada, sufriendo por dentro. Nunca había habido tanta confusión, tantas voces que exclaman: «Este es el camino», tantas falsas proclamas que engañan a la gente. El mundo nunca ha necesitado con tanta urgencia conocer la verdad. ¡Se levantan ángeles! ¿Cómo sigue la canción? «Se vislumbró un rayo de esperanza; la Tierra vio nacer al Redentor». El mundo nunca ha necesitado tanto un rayo de esperanza. Nunca ha tenido tanta necesidad de que le hablen del alba radiante y gloriosa que está por despuntar. El estribillo es también muy revelador: «Dóblese toda rodilla en Su presencia, y escuchen los hombres el coro angelical» El Señor quiere que la gente oiga hoy ese coro angelical, tal como los pastores oyeron a los ángeles que anunciaron el nacimiento de Cristo. Te tengo una sorpresa: tú puedes ser uno de los integrantes de ese coro. Puedes ser uno de esos ángeles navideños enviado por el propio Jesús para proclamar la Buena Nueva a la gente que vive perdida y solitaria, para transmitir ese rayo de esperanza que el mundo anhela. ¿Quiénes pueden ser mejores instrumentos de Dios que Sus propios hijos, los portadores de las Palabras de vida, los que conocen Su verdad y se han enriquecido en fe? En esta época de odio y dureza de corazón, de caos y engaños, de complots y malicia, de fachadas y encubrimientos, hace gran falta que resplandezca Su amor. Ahora que oscurece y que soplan vientos fríos, tú debes mantener la luz en alto. Debes sostenerla con firmeza para que todos la vean. Si haces resplandecer esa luz sobre la gente, el Señor hará lo demás. Hará que esa luz cumpla su propósito en la vida, en el corazón y en la conciencia de las personas. Amor en acción En la actualidad, más que oír la verdad, el mundo necesita verla. No sólo le hace falta oír que existe amor auténtico; es preciso que lo vea. La gente precisa un ejemplo vivo de amor. Es humano no entender a veces lo que se nos dice. Pero no hay confusión posible cuando vemos un ejemplo. Dice un poema del connotado escritor Edgar Guest: «Prefiero que me den ejemplo a escuchar un gran sermón. Prefiero que vengan conmigo a que simplemente me den orientación». En el caso de la mayoría de la gente, es preciso predicar con el ejemplo para que acepte la verdad. Jesús dijo: «En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Juan 13:35). ¿Por qué crees que dijo eso? ¿No basta con hablarle a la gente del amor de Jesús? ¿No podría haber dicho: «En esto conocerán todos que sois Mis discípulos, si predicáis Mi mensaje»? ¿No habría sido eso suficiente? Evidentemente no, pues el Señor dijo que todos conocerían a los Suyos por el amor que se tuvieran entre sí. Y si se aman, sin lugar a dudas manifestarán ese amor a lo largo del día de formas claramente visibles. No basta con hablar de amor; Jesús dijo que es preciso tener amor, vivir con amor. Él sabía que el ejemplo es irrebatible. ¿Qué puedes darle? Esta Navidad y a lo largo del año, hazle al Señor los obsequios que más le agradan: regalos de amor. Reparte amor. Entrégate a los demás. Transmite la luz y el cariño de Jesús mediante el brillo de tus ojos, de tu mirada de amor y de palabras y gestos amables. Encarna a Jesús para los demás. Sé la prueba viviente del mensaje, la prueba material de que da resultado. ¿Qué mejor forma de vivir la Navidad cada día del año que entregarse continuamente a los que nos rodean y vivir como Él nos enseñó, practicar Su amor en multitud de detallitos a lo largo del día, para presentar al mundo una prueba viviente de que el amor de Jesús es eficaz? Sigamos con el villancico: «Nos enseñó a amarnos como hermanos, y nos legó el Evangelio de paz». Enseñó a Sus seguidores a amar y les confió Su ley, que es el amor. Ahora les encomienda que la cumplan, que la pongan por obra, que vivan en amor, para que todos los hombres sepan que son discípulos de Él. ¿Cómo sigue la canción? «Llegará el día en que Él reine soberano, y así por fin la opresión cesará». ¡Gloria a Dios! El amor tiene mucha fuerza. En fin, ¿deseas saber qué puedes regalarle al Señor esta Navidad? ¿Quieres saber qué obsequiarle a Aquel que lo tiene todo? Pues da amor, no sólo al Señor, sino también a quienes tienes a tu alrededor. El quid del Evangelio es el amor. ¿Qué dices? ¿Vas a practicarlo? ¿Se lo vas a comunicar a los demás? Es posible que no te consideres capaz, pero Dios sí lo es, y si lo intentas, te ayudará. Pide al Señor en oración que te ayude a vivir la Navidad todos los días del año sin excepción, que te ayude a cumplir Su gran mandamiento de amar al prójimo como a ti mismo. Ese es el verdadero sentido de la Navidad. Esa es la esencia. Es el motivo por el que Jesús vino al mundo: para que tuviéramos vida eterna, sí; pero también para enseñarnos a amar, para que nosotros también comunicáramos esa vida a otras personas. Entrégate a los demás. Manifiéstales amor, ora por ellos, dedícales tiempo y atención, bríndales cuidados. Ama a Dios amando a tu prójimo. Amplía tu amor esta Navidad, y juntos cantaremos con todo nuestro corazón los últimos versos de este villancico, proclamando el poder y la gloria del Señor. «Entonemos himnos de alegría; Su Nombre honremos por la eternidad. ¡Cristo es el Rey! ¡Su Reino es por los siglos! Su gloria y poder por siempre proclamad. Su eterna gloria por siempre proclamad». ¿Exaltarás Su Nombre por la eternidad? ¿Vas a salir a proclamar Su poder y Su gloria por siempre jamás? ¿De qué manera puedes hacerlo? La mejor forma de anunciar Su poder y Su gloria es manifestar amor a los demás, entregar amor. Con tu vida lo dices todo, porque eres una prueba viviente. Si vives inmerso en el amor de Dios, descenderá sobre ti Su poder. Y al verter el Señor Su poder sobre ti, Su poder y Su gloria se darán a conocer al mundo por siempre. El poder del amor. «¡Cristo es el Rey! ¡Su Reino es por los siglos! ¡Su gloria y poder por siempre proclamad!» Deja que los demás vean a Jesús en ti. Esa es la esencia de la Navidad. ¡Feliz Navidad!

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