domingo, 25 de octubre de 2009

Tu guía para toda la vida


La Biblia es el libro más apasionante del mundo. Además de enseñarnos cómo llegamos a este mundo, nos explica por qué estamos aquí, cómo sobrevivir y ser felices, y cómo amar y alcanzar dicha y paz eternas. No obstante, mucha gente hoy en día hace caso omiso de la Biblia. En repetidas ocasiones conocemos a personas que han realizado estudios superiores y han leído cientos de libros de todo tipo, pero nunca han abierto el libro más fascinante de todos: la Biblia. La Biblia aglutina muy diversos géneros literarios: obras dramáticas, románticas y poéticas; textos de profecía, de historia, de misterio y mucho más. Lo más importante, sin embargo, es que contiene el propio Espíritu y la vida de Dios (V. Juan 4:24; 6:63). Es la chispa espiritual que nos comunica la vida, luz y energía divinas. ¡La Palabra de Dios es la verdad más poderosa que existe en la Tierra! Produce resultados concretos Se cuenta que un escéptico y un cristiano se enfrascaron en una discusión acerca del origen divino de la Biblia. El escéptico sostenía que dado que nadie había visto jamás a Dios y no había prueba científica de Su existencia, era inexplicable que alguien pudiera creer que la Biblia en verdad había sido inspirada por un ser supremo. -Dígame -preguntó el cristiano-, ¿usted sabe quién compiló las tablas de multiplicar? -En realidad no. -Entonces, usted no cree en ellas. -¡Claro que sí! Creo en ellas porque dan resultados concretos. -También la Biblia -contestó el cristiano. El hecho de que dé resultados concretos es en realidad la prueba más fehaciente de que la Biblia es en verdad la Palabra de Dios, milagrosa y sobrenatural. Al leerla descubrirás que se trata de una fuente inagotable de sabiduría y conocimientos, de la cual podrás extraer constantemente todo clase de tesoros, tanto antiguos como nuevos (V. Mateo 13:52). Lo más extraordinario de la Biblia es que por medio de sus palabras llegamos a conocer a su autor, pues la Biblia es una hermosa misiva de amor que Dios nos ha dirigido. Sus palabras dadoras de vida hacen de ella el libro más grandioso del mundo, cuyo autor es el único capaz de garantizarnos una vida de amor y felicidad eternos en el Cielo. Basta con leerla y creer en su gran protagonista, aquel que nos amó tanto que dio Su vida para salvarnos: Jesucristo, el Hijo de Dios. Si oras sinceramente: «Abre mis ojos para poder contemplar las maravillas de Tu Palabra», no quedarás defraudado (V. Salmo 119:18). Alimento para el alma Jesús dijo: «Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida» (Juan 6:63). Son lo que nos comunica vida, alimento, fuerzas y salud espirituales. Para crecer y guardar una estrecha relación con Dios es esencial llevar una dieta sana y equilibrada de Su Palabra. Así como hay que alimentarse para tener fuerzas físicas, también hay que nutrirse de la Palabra y beber de ella para adquirir fuerzas espirituales. La Biblia nos dice que, al igual que los recién nacidos, debemos desear la leche pura de la Palabra, para que gracias a ella crezcamos (1 Pedro 2:2). Así como un nene necesita de la leche materna para desarrollarse, también tú, si quieres crecer espiritualmente, debes ingerir alimento para el alma. De la misma manera que un bebé tiene un deseo instintivo e incontenible de alimentarse del pecho de su madre, también nosotros debemos ansiar la leche pura de la Palabra. El profeta Jeremías expresó: «Fueron halladas Tus Palabras, y yo las comí; y Tu Palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón» (Jeremías 15:16). Job a su voz dijo: «Guardé las Palabras de Su boca más que mi comida» (Job 23:12). No hay nada más importante para tu vida espiritual que la Palabra, porque la Palabra es amor, la Palabra es Dios, la Palabra es Jesús. Ratos de lectura de la Palabra En el capítulo 10 del Evangelio según San Lucas hay un episodio sobre María y Marta. Cuando Jesús llegó a visitarlas, María, «sentándose a los pies de Jesús, oía Su Palabra». Marta, en cambio, se esmeraba por ser una buena anfitriona. Desplegaba tantos esfuerzos para que todo estuviera al gusto de Jesús que no tenía tiempo de escucharlo. Éste le llamó la atención diciendo: -Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa te es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada (Lucas 10:41,42). ¿Cuál es esa buena parte que María había escogido? ¡La Palabra! Se sentó a los pies de Jesús y escuchó Sus Palabras. -Pero -me dirás- tengo mucho trabajo y tantas cosas que atender. ¿Cómo voy a hacerme el tiempo para leer la Palabra todos los días? Si das prioridad a la Palabra, el Señor siempre te ayudará a encontrar tiempo para ocuparte de todas las demás cosas. Cuando veas la diferencia que hace en tu vida, te preguntarás cómo te las arreglabas sin ella. (Si quieres aprender más acerca de la Palabra de Dios y su importancia, y cómo aplicarla a tu vida en la actualidad, el librito Para entender la Palabra de Dios, de la colección Actívate, te será de mucha ayuda. En el formulario de pedido encontrarás los detalles pertinentes.)

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