sábado, 31 de octubre de 2009

Tengo muy mal genio. ¿Qué puedo hacer para cambiar?


El primer paso para controlar la ira es darte cuenta de que eres propenso a ella. El segundo es reconocerlo ante los demás. Así que vas por buen camino. El crucial tercer paso es pedir al Señor que te ayuda a cambiar. Sin Él no puedes hacer nada bueno, pero Su ayuda te pone en condiciones de hacer cualquier cosa (v. Juan 15:5 y Filipenses 4:13). También es importante entender la ira. El enojo contenido es como una bomba de relojería. Conviene saber cómo funciona a fin de desactivarla antes que explote. A continuación, unos cuantos consejos: * Francamente, la ira es producto del egoísmo. No conseguimos lo que queremos, nuestro amor propio se resiente, o nos sentimos menospreciados y maltratados por alguien. En consecuencia, nos da rabia, nos alteramos y nos enojamos. â Ser capaz de controlar la propia ira es señal de madurez. El dominio de uno mismo es digno de elogio. «Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad» (Proverbios 16:32). â Piensa antes de hablar. Si logras contenerte lo suficiente para pensar en lo que vas a decir, generalmente consigues expresar las cosas de forma más saludable. «El torpe da libre curso a sus arrebatos; el sabio los reprime [hasta más tarde]» (Proverbios 29:11, Biblia Latinoamericana). â Toma en cuenta las posibles consecuencias. Ventilar sentimientos airados por medio de acciones o palabras descontroladas inevitablemente induce a error, hiere a nuestros seres queridos y echa por tierra amistades. «El hombre iracundo levanta contienda. El que mucho se enoja recibe su merecido» (Proverbios 29:22; 19:19, versión Dios Habla Hoy). â Aprende a reconocer las señales de peligro. Mucha razón tenía el que acuñó el refrán: «El horno que se inflama, si no respira revienta». Efectivamente, la ira acumulada puede ser peligrosa. Las señales de advertencia pueden variar de persona a persona, pero cada uno sabe cómo se siente cuando empieza a montar en cólera. Detente antes que sea tarde. «Ser paciente es muestra de mucha inteligencia; ser impaciente es muestra de gran estupidez» (Proverbios 14:29, versión Dios Habla Hoy). â Pide ayuda. Cuando estés perdiendo el control con alguien o delante de alguien, admítelo. Es un poco avergonzante, pero no tanto como tener que pedir disculpas después de un arranque de cólera. â Ora y pide a Jesús que te ayude. Si es necesario, puedes excusarte y retirarte a orar en privado, aunque es mucho más eficaz orar con otras personas. Jesús promete: «Pedid todo lo que queréis, y os será hecho» (Juan 15:7). â Canaliza tu enojo. Dirige las energías acumuladas por la ira hacia un trabajo constructivo; te ayudará a distraerte de lo que te enojó. Corta el pasto. Trapea el piso de la cocina. Haz ejercicio. O mejor aún, ten un gesto de consideración por la persona con quien te enojaste. â Acude a la Palabra. «¿Con qué limpiará el joven [o cualquiera de nosotros] su camino? Con guardar Tu Palabra» (Salmo 119:9). Si te interesa ahondar más en el tema de la ira, lee Una vida más feliz, magnífica selección de versículos de la Biblia sobre diversos aspectos de la vida cotidiana.

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