miércoles, 14 de abril de 2010

Esperanza viva


Hace poco reflexioné sobre la muerte, cómo a pesar de todos los avances de la medicina, tarde o temprano todo ser vivo muere. Sentí curiosidad por saber qué dice la Biblia al respecto. Encontré algunos pasajes asombrosos. Resulta que la muerte no figuraba en el plan original de Dios para Su creación. Fue introducida a raíz de la desobediencia del hombre. El designio divino era que el hombre viviera para siempre; pero Dios no pudo permitir eso a causa de la naturaleza pecaminosa del hombre tras la caída. La muerte es el castigo que se nos impone por el pecado. Todos debemos sufrirla. «Como el pecado entró en el mundo por un hombre [Adán], y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron» (Romanos 5:12). Afortunadamente, el aguijón de la muerte fue anulado. Con Su resurrección, Jesucristo venció la muerte. La Biblia alude a la «esperanza viva» que representa la resurrección de Jesús (1 Pedro 1:3). Esta lleva implícita la promesa de que otros también resucitarán. Eso sucederá en el tiempo de la segunda venida de Jesús, cuando todos los que lo hayan aceptado en su corazón y estén aún con vida recibirán cuerpos sobrenaturales semejantes al cuerpo glorioso que tenía Jesús después que resucitó (1 Corintios 15:51,52). Por otra parte, a los creyentes que hayan muerto antes de ese acontecimiento Jesús les promete que la muerte no será el fin, sino el umbral de una nueva vida en la dimensión espiritual. Él dijo: «Porque Yo vivo, vosotros también viviréis» (Juan 14:19). Para los creyentes, la muerte es como pasar de una habitación a otra y cerrar la puerta. Es librarse del peso y las demás limitaciones del cuerpo físico y entrar en el mundo infinito del espíritu. Miles de personas de diversos países y culturas han tenido lo que hoy en día comúnmente se llama una experiencia cercana a la muerte. En efecto murieron, tal vez en un accidente o durante una intervención médica, pero luego revivieron. Muchos recuerdan que en el lapso en que estuvieron clínicamente muertos o muy cercanos a la muerte entraron en otro mundo. Se sintieron profundamente amados por un ser de luz que en muchos casos asociaron con Jesús o con Dios. Vieron también ángeles, vieron a familiares ya fallecidos, y hasta a sus animales domésticos. Según contaron, nunca habían vivido nada tan maravilloso. Todo estaba revestido de una gloria que para ellos no tenía parangón. Otro factor que tienen en común los sobrevivientes de esas experiencias es que ya no temen a la muerte, pues han conocido el más allá, aunque solo fuera por unos momentos. Los que confiamos en Jesús también tenemos la esperanza viva de entrar en esa relumbrante dimensión cuando concluya nuestra vida actual. Allí disfrutaremos eternamente de los esplendores del Cielo, sin el dolor ni las contrariedades que sufrimos ahora. «Enjugará Dios toda lágrima de [nuestros] ojos [...]; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas [pasarán]» (Apocalipsis 21:4).
Uday Kumar es integrante de La Familia Internacional en la India.

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