jueves, 25 de febrero de 2010

Cuando los conflictos son positivos


La sinergia —el trabajo en conjunto de dos o más personas con resultados superiores a la suma de los efectos y capacidades individuales— es un término que se ha puesto muy de moda en el ámbito laboral. Hemos oído hablar de toda suerte de beneficios del trabajo en equipo. Si se conjugan las aptitudes de todas y se trabaja codo a codo, se obtienen más ideas, más esfuerzo y mejores resultados. Dos más dos no siempre suman cuatro; trabajando en equipo pueden sumar seis u ocho. Hace poco, sin embargo, vi el lado B de la sinergia: es necesario cierto grado de conflicto para que el equipo tenga éxito. Trabajar bien en conjunto no significa que todo sea coser y cantar, como cabría esperar de un equipo compuesto por personas de similar temperamento, mentalidad y aptitudes. Los grupos que se destacan tienen diversidad de ideas y de tácticas para abordar los problemas. Las polémicas que surgen de ello impulsan al equipo hacia adelante. Como es natural, es preciso encontrar una medida de equilibrio. Eso se logra cuando existe un ambiente en el que cada integrante del conjunto realmente respeta a los demás. Cuando se aprecia lo que cada persona aporta al equipo, cuando todos mantienen cierta amplitud de miras y se puede sopesar cada una de las ideas, y cuando no importa quién presente la propuesta que al final se impone, se dan las condiciones para la innovación y el progreso.
Se empieza por formar un equipo. Se progresa cuando se mantiene el equipo.Se triunfa cuando se trabaja en equipo.
Henry Ford En un equipo del que formé parte había ideas encontradas y necesidades diversas, lo que inicialmente generó conflictos e incomodidad. Sin embargo, dado que cada uno estaba más interesado en preservar la unidad que en salirse con la suya, no permitimos que nuestras diferencias nos paralizaran, y a la larga las superamos. El resultado final fue positivo, aunque el proceso para alcanzarlo no siempre resultó fácil. Soy el tipo de persona que pierde ánimos cuando hay un enfrentamiento. Infiero que es un síntoma de que algo anda mal. Por otra parte, tengo mis propias ideas y no me gusta que me digan qué hacer o cómo debo pensar. Esos sentimientos encontrados me han complicado en más de una situación que ya de por sí tenía sus bemoles. Para mí fue un paso importante aprender a ver los conflictos como parte necesaria del proceso. Esa perspectiva disipa mis aprensiones respecto de presentar mis ideas cuando los demás tienen una opinión o un planteamiento distinto, a la vez que me predispone para considerar las ideas contrarias a mi punto de vista. La sinergia exige cierto empeño. Puede que se produzcan algunos chispazos; pero si se logra superar eso, los resultados bien valen la pena. Kenneth Blanchard lo resumió exquisitamente: «Ninguno de nosotros es tan inteligente como todos».
Caryn Phillips es integrante de La Familia Internacional en EE.UU.

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